miércoles, 28 de diciembre de 2011

El gobernador y el alcalde se confiesan


En tiempos presentes (que parecen esotéricos), de sondas a Marte, de alimentos transgénicos, de educación telepática, de sanaciones milagrosas, nos tocó una de esas entrevistas virtuales, donde los entrevistados piensan pero no hablan.

Era imposible saber dónde estaban el alcalde de Popayán y el gobernador del Cauca, recién elegidos, pero notábamos clarito su pensamiento, tanto, que no necesitaban de asesores, ni maquilladores; los veíamos como en una nube de buenas intenciones que se nos hacía próxima a las islas del Caribe ardiente. Estaban felices, como quien se gana el extra de la lotería y no sabe por dónde empezar a malbaratar la plata.

Comenzamos la entrevista donde cada pregunta la respondían con sinceridad sin descuidar sus propias actividades recreativas en esas breves vacaciones, otra vez, ardientes. 

-Doctor Fuentes: ¿Usted está de acuerdo con introducir el tranvía en el plan de movilidad de Popayán?

-Claro, hijo. Si es la opción de transporte alternativa que solucionará en el futuro la falta de combustibles. Además, quiero que mis hijos se hagan a la idea de cómo era el tren en que yo viajaba de aquí a Piendamó, cuando quedaba más lejos.

-Doctor Temístocles: ¿Usted está dispuesto a llegar por carretera al mar?

-Ya lo estoy haciendo, señor periodista: me voy por Buenaventura porque los viajes en avioneta me marean más que los recursos de las regalías. Pero si usted quiere decir que debemos construir nuestra propia carretera, le digo que sí, contundentemente. Haremos unos grandes proyectos que contemplen la ampliación y pavimentación de la carretera Popayán-Argelia-El Plateado; la construcción y pavimentación de la carretera El Plateado-López de Micay; así como la de un gran puerto fluvial de carga y pasajeros en López de Micay. De esta forma ya estaremos en el mar. La parte final, entre López de Micay y Guapi, que se comunicará por un canal interior entre manglares, se la dejaré a mi sucesor de nuestra convergencia política que, por obvias razones, será negro y no indio.

- Doctor Fuentes: ¿Popayán tendrá su propio Plan de Desarrollo?

-Indudablemente, hijo. Ese plan tendrá en cuenta el otro lado de la variante de la carretera panamericana, donde construiremos un nuevo acueducto para cincuenta años; donde ubicaremos talleres de mecánica en un solo sitio; colchonerías en otro. Crearemos un  centro de abastos con las últimas disposiciones urbanas y, pegado, un área para los almacenes de insumos agrícolas. Haremos un gran hospital de tercer nivel y al lado, los salones de pompas fúnebres, como tiene que ser; el cementerio sí quedará lejos, donde están los rellenos sanitarios. Desarrollaremos una amplia zona de recreación campestre donde tendremos desde fútbol profesional hasta ópera, pasando por el juego de tejo sin trago; una frondosa zona residencial con mega-colegio y mega-universidad, sin costosas zonas pre pago. Allí todas las vías serán pavimentadas y sin huecos; no habrá vendedores ambulantes ni carros viejos con perifoneo. En fin, será una nueva Popayán sin estatuas  ni rancias costumbres, como queso viejo.

-Para finalizar, doctor Temístocles, ¿usted concertará la paz del departamento?

-Claro que sí, señor periodista. Con la ayuda del señor presidente, estamos dispuestos a fumar la pipa de la paz. Iremos a donde nos manden con tal de que el Cauca sea un laboratorio de paz. Ya es hora de hablar, de sobreponer las palabras a las balas. Además nadie se ha muerto por discutir, mientras que siguen los muertos sin discusión. Le digo contundentemente, habrá paz en el Cauca.

Acabó la entrevista virtual.

Nos quedó una sensación de felicidad indescriptible propia de quien acepta y cree, con esperanza.

Al fin de cuentas somos ingenuos INOCENTES. 

domingo, 25 de diciembre de 2011

La educación infantil, otra frustración


Comencemos diciendo que la educación que se le da al niño colombiano es la educación que conduce a la frustración del futuro ciudadano.

El Ministerio de Educación, y de ahí para abajo, aplica una política donde se enseña mal, se castiga la iniciativa, se frustra la esencia del infante, que es su libertad, para acomodarlo a la disciplina engañosamente castrense.

Si tomamos como ejemplo a los países que tienen un elevado reconocimiento intelectual, vemos que a los niños les enseñan a hacer cosas por medio de manualidades, porque en esa primera etapa el niño está descubriendo su entorno y lo hace con todos los sentidos. Les enseñan a construir con sus manos, a pintar, a bailar, a cantar, a hablar bien, a escribir manuscritos con buena letra, a sumar, restar y multiplicar con elementos concretos, como en un prolongado recreo. Les hacen descubrir la memoria aprendiendo trozos de literatura en verso y reconociendo la geografía de su patria. Esos países no permiten que a sus niños les enseñen en computador, ni menos a manejarlo, tampoco que usen el teléfono móvil. Consideran nocivos los elementos modernos porque el niño se vuelve un perezoso mental, carente de iniciativa, no descubre el mundo por sí mismo sino que se lo esconden. Después de los diez años, en esos países, el niño puede usar aparatos modernos porque se asume que ya ha aprendido lo elemental y puede pasar a la etapa de la abstracción y el conocimiento superior.

En nuestro medio el estudio es, en general, una actividad muy ardua cuando debería ser placentera. Eso nos lo inculcan desde la niñez y lo llevamos como un fardo que muy pocos se atreven a descargar. El niño no debe ser sometido, obligado, sino orientado. Que él busque y encuentre, por sus propios medios, lo que más lo satisface, la llamada vocación para desarrollar sus talentos que definirán su futuro.

Muy poco, por no decir nada, hacen las secretarías de educación, municipal y departamental, que se han convertido en administradoras de fondos de pagos, traslados de personal y apoyo logístico y han descuidado la verdadera calidad de la educación de nuestros niños.

Solo esperamos que los tiempos cambien, así como los gobernantes, para mejorar.   

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Burocracia india moderna


En las épocas de la gobernación de don Floro Tunubalá, se agudizó el proceso burocrático hasta volverlo soez.

Un abogado que no tenía nada de indio –sólo el olor–, nada de negro –ni los ojos–, estaba adelantando un acuerdo jurídico por una importante deuda bancaria del mandatario, éste sí indio. Cuando tuvo listo el acuerdo para la firma del deudor gobernante, se presentó en el edificio de la gobernación del Cauca. Lo recibieron los recepcionistas, asesores y consejeros en manada y le dieron el turno para entrevistarse con el gobernador. 

El abogado al ver el turno que le asignaron, atinó a escribir una pequeña nota que deslizó ante la secretaria india, más próxima al mandatario, que decía:
“Don Floro: Tengo el acuerdo de su pago con el banco que quería protocolizar hoy, pero como me tocó el turno mil veintiuno entonces vendré dentro de seis meses”.

Sobra decir que don Floro mandó a un policía a detener al abogado, antes de que abandonara las instalaciones, para que ingresara con máxima prioridad al despacho gubernamental.

martes, 20 de diciembre de 2011

La crisis del capital, comienzo del humanismo.

Creo que muchos ciudadanos de Colombia vieron en la última semana de noviembre de 2011, por el canal Caracol de televisión, una insólita entrevista a dos representantes del capital, de la ciudad de Medellín. 
Entrevistaban a los presidentes del Banco de Colombia y del grupo empresarial Sura; y digo insólita entrevista, por los planteamientos hechos. 
Ambos personajes coincidían en que el progreso de nuestro país debía fundamentarse en dos aspectos bien definidos: el respeto por la vida y la igualdad. Y, para alcanzarlos, planteaban como estrategia enfatizar en la educación en todos sus niveles.

Algo está pasando en los entretelones de la economía mundial para que ahora nuestros economistas se atrevan a hablar como si fueran humanistas. Como decía un economista de la orilla opuesta: en los manuales de economía nunca aparecen términos como vida, medio ambiente, igualdad, biosfera, calentamiento global, fotosíntesis, finitud; por esto, es insólito que ahora los representantes del capital los hayan introducido en sus disertaciones.

El llamado movimiento de los indignados, que ya supera varios meses de manifestaciones en Europa y Estados Unidos, unido a la mayor crisis económica europea, aún no resuelta, es posible que les haya hecho abrir los ojos a los potentados sobre la realidad social; que un crecimiento económico infinito no es posible en nuestro mundo; que la economía, que genera bienestar, se desarrolla por los pueblos que trabajan y no por los que especulan; que con la pretensión de alcanzar la riqueza acumulativa del capital se puede llegar a destruir la naturaleza que la sustenta; que de nada sirve el dinero frente a la escasez de agua y de alimentos; que la desigualdad social es causa de rebeliones; que los pueblos ya no son manipulables.

Es posible que estemos asistiendo a un cambio trascendental en nuestra civilización.

Que hoy, en el mundo, se eleve la vida a valor supremo, sería el principio de la desaparición de las guerras; el comienzo de la fraternidad humana; la eliminación de las desigualdades, respetando las diferencias.

Si esto llegara a suceder, los ejércitos de armas para matar serían reemplazados por ejércitos de científicos para extender la vida; los políticos podrían dedicarse a las bellas artes, donde no cabe el cinismo; los economistas llegarían a ser poetas de elevada hipérbole; pero, sobre todo, ya no tendríamos que preocuparnos por valores efímeros; dejaríamos la puerta abierta de nuestra casa como si fuera una extensión del vecindario.

Hasta el pudor dejaría de ser virtud.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Ciencia, paciencia y apariencia


Bien dice el adagio popular que “las apariencias engañan”. 

Esto a propósito de un lejano recuerdo estudiantil, cuando promediábamos la carrera universitaria de Ingeniería en Electrónica y Telecomunicaciones de la Universidad del Cauca. 

En esas deliciosas décadas del 70, tuvimos un breve viaje académico a la ciudad de Cali para observar el funcionamiento de una fábrica de pantallas de televisión, de rayos catódicos. En ese tiempo el plasma era una lejana teoría electrónica de gases que sólo interesaba a la URSS y el LCD (Despliegue de Cristal Líquido) una promesa del Japón, no formulada todavía.

Llegamos y empezó nuestro deslumbramiento. La actividad era febril, de empleados y científicos; a éstos los veíamos como a unas lumbreras del conocimiento, difíciles de igualar.

En ese entorno de ciencia y técnica, divisamos al fondo de la factoría, a un ingeniero sentado en su escritorio, con las manos aferradas a su cabeza, totalmente concentrado en un texto que tenía frente a sus ojos. La impresión inicial nuestra, era que se trataba del máximo científico jefe que estaba ahondando en una nueva teoría. Unos pocos estudiantes, curiosos ante la alta ciencia, nos acercamos al ingeniero con el ánimo de saber lo que él estudiaba. 

Grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que, demasiado serio y ajeno a su mundo, leía la revista de Condorito. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

Viejas navidades


Dicen las malas lenguas que cuando a una persona le parecen más interesantes los recuerdos que las ilusiones es porque ya está vieja. Gabriel García Márquez decía que un hombre es viejo cuando empieza a parecerse al papá. Esto no lo voy a discutir, al fin de cuentas cada uno tiene su propia percepción de esa edad que algunos llaman dorada, otros, maravillosa y para los simples mortales, vejez. Esa edad en que ya no se celebran cumpleaños; se hacen responsos. Lo grave de la vejez es la pérdida de memoria, algo que muchos jóvenes ya no usan y, por eso, cuando lleguen al final de su juventud no se acordarán que existieron.

Para ejercitar la memoria, es necesario el recuerdo de ese Popayán que irremediablemente se fue y que hoy parece una pequeña urbe sin carácter, donde lo típico dio paso a los remedos gringos –pizzas y hamburguesas que consumen débiles obesos–; donde las empanadas de pipián se han reemplazado por las de carne desmechada sin sabor; los tamales, por perros empacados en cartón; y el champús, por una agua de colores metida en cajitas.

De la navidad payanesa, con dulces caseros, hojaldras, rosquillas y buñuelos que nosotros llamábamos plato de nochebuena, queda una lejana referencia que hoy tratan de imitar los comerciantes modernos, pero cuyo esfuerzo sólo alcanza para desprestigiar, ante la juventud, la calidad de nuestra gastronomía.

Las abuelas que preparaban los platos de nochebuena ya se fueron sin retornar, y las generaciones que las sucedieron no aprendieron. En esos tiempos se encargaba la leche de vaca, de finca, con dos meses de anticipación por tinas, porque no había pichicatería. Alcanzaba para todos. Se comenzaba en la primera semana de diciembre la desamargada de los limones, de la naranja común y de la agria, de los pomelos; la calada de los dulces de higuillo, de breva, de cidra, de papaya verde y ajíes dulces como adorno. En la semana de la navidad se iniciaba la jornada desde por la mañana calentando el fogón de leña con dos inmensas pailas de cobre llenas de leche, con azúcar, harina de maíz y almidón de yuca para el manjar blanco; con leche, panela, y harina de arroz para el manjarillo. Durante todo el día se hacían turnos de batido en las pailas con cagüinga, bajo un ceremonial de buen humor y delicadeza para que el dulce no se cortara. Cuando esa mezcla lechosa, que alcanzaba el borde de la paila, se reducía hasta la mitad, y ya la cagüinga se desplazaba con oposición del dulce a punto de consistencia, terminaba la faena.

El 24 de diciembre por la mañana comenzaba la última actividad placentera: en gigantescas mesas se preparaba la harina de trigo y el almidón de yuca, con sus ingredientes que, en fritanga descomunal, darían existencia a las rosquillas, hojaldras y buñuelos. En la tarde comenzaba la repartición a los vecinos y amigos que también mandaban su plato, en un feliz intercambio.

Hoy queda el recuerdo; después, ni eso.

Las valiosas tradiciones gastronómicas, así como vamos, serán reemplazadas por la facilidad de los químicos y transgénicos.
Pero lo uno por lo otro: también será fácil enfermarse de cáncer como les ocurre a los gringos.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Al oído del señor alcalde


Concluida la campaña electoral para elegir autoridades regionales, quedan algunas enseñanzas que es conveniente no dejar pasar.

Algunos candidatos a alcaldías, para ganarse el favor electoral, hacían énfasis en su calidad de gerentes, otros en sus virtudes de administradores, unos más en su condición de empresarios. Viendo la cosa ahora, calmadamente, parece que ninguno tenía argumentos de estadista, como lo es, como lo debe ser, un político de verdad.

Un buen político va más allá de un administrador, de un gerente y de un empresario, juntos, porque sus decisiones, buenas, malas o nulas, afectan a una comunidad mayor: en este caso la ciudadanía de un municipio. Quien actúa como político, sabe que por encima de cualquier interés particular, gremial o de clase, está esa inmensa masa de asociados, con necesidades múltiples que derivan en descontento, rechazo e inseguridad. Un político que satisfaga esas necesidades o por lo menos mejore las condiciones de vivencia de su sociedad, es un político de calidad superior que tiene asegurado su destino como estadista.

El presidente John Kennedy de los Estados Unidos, tenía un pensamiento para explicar que él era un estadista y no lo podía saber todo, pero sí lo podía hacer todo, desde el poder. La cita es elegante y certera y es necesario recordarla antes de que nuestros alcaldes elegidos comiencen a hacer alcaldadas. Decía Kennedy: “Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar a gente más inteligente que él”.

Volviendo a nuestra parroquia, vemos perspectivas favorables para ejercer un buen gobierno. El alcalde que empieza tiene un enorme caudal político, vale decir el apoyo de la ciudadanía votante y abstencionista que lo acompañará en el propósito supremo de cambiar, para mejorar, a nuestra sociedad. De él depende que ese activo político se incremente o dilapide.

Hay acciones políticas que se deben acometer ya, que no dan espera, como ejecutar un plan de desarrollo para Popayán, de reordenamiento y proyección de la ciudad que se traduciría en obras importantes y necesarias; en nuevas vías, tan urgentes como determinantes; proyectos de vivienda social, donde se vinculen, mediante el trabajo, a los propios beneficiados; zonas de recreación para la juventud que las pide a gritos; acción social, como total cobertura escolar con restaurantes incluidos, salud pronta y gratuita para los asociados de los barrios menores; gestión cultural y promoción turística. Así, y sólo así, con dinámica y grandeza de pensamiento, tendremos una ciudad con alta ocupación laboral y baja delincuencia.

Queda mucho por decir, y lo seguiremos diciendo, pero si nuestro alcalde hace esto mínimo, seguro, la ciudad empezará a cambiar para bien de todos. 

sábado, 19 de noviembre de 2011

Cortesía bancaria


Los bancos al tratar de ser condescendientes con el ser humano infringen las normas del buen humor, pero hay quien se las recuerda.

Como ahora se han inventado filas para clientes, donde van los que consignan a diario y retiran a diario; general –donde llegan los mandaderos-; VIP que se supone es para los más aventajados, no tienen plata pero sí influencia; ahora se inventaron una que exhibe un letrero aun más discriminatorio: Mayores y embarazadas.

Un señor, de buena presencia y exquisitas maneras, se hizo en esta última y de inmediato el acucioso celador lo vio muy joven para ocupar una de las plazas de mayor y empezó la inquisición:

-¿Cuántos años tiene el señor? Porque creo que no se puede hacer en esta fila.

-¡Cómo que no, lindo! ¡Si estoy embarazada!

lunes, 14 de noviembre de 2011

Pobres, en comida de ricos


Por deferencia de unos amigos sindicalistas, fui invitado a participar en los debates sobre la privatización de las telecomunicaciones en el año 1994, en el hotel Intercontinental de Cali. Ahí comprobé la ventaja de ser un errante turístico de este mundo.

En el momento del almuerzo (tipo buffet), hacíamos fila ordenada para recoger los manjares, según nuestro gusto. Cuando observé un gran racimo de pepitas grises sobre un redondel de blanca cerámica, me hice el pendejo para quedarme al final de la fila. Vi como los sindicalistas observaban el racimo y seguían de largo sin interesarles y, tal vez por lo aguanosos, se asqueaban un poco. Junto a mí, apareció otro compañero que también se hacía más pendejo que yo, quien a pesar de cederle el puesto se quedaba detrás de mí. Comprendí, entonces, que iba con la misma intención y llegamos a un acuerdo civilizado: nos repartiríamos las pepitas por partes iguales. Los meseros se reían, cómplices del buen gusto.

Llegamos a la mesa y los compañeros se extrañaron al ver que nosotros sólo tuviéramos, como almuerzo, esas pepitas grises en buena cantidad y nada más.

-¡Ustedes no cogieron nada! ¿Y eso qué es?

Nosotros, como avezados comensales de cinco estrellas, agarramos los cubiertos y soltamos la expresión que los dejó boquiabiertos:

-¡Esto, es caviar!

La agitación estudiantil


Cuando se movilizaron médicos y enfermeras en contra de la Ley 100, muchos ciudadanos los señalaron por oponerse a la modernización de la salud en Colombia, utilizando los mismos argumentos que, en ese entonces, esgrimía el gobierno de César Gaviria y la gran prensa al servicio del capital. Esas protestas, que reclamaban la salud como un derecho, fueron reprimidas y hoy tenemos la salud como un negocio de pocos. La Ley 100 cerró hospitales públicos para luego abrirlos como clínicas privadas donde el valor de la vida se tasa en millones de pesos. Quien quiera buena atención médica, tiene que pagarla.

Hoy se movilizan los estudiantes en contra del proyecto que reforma la Ley 30 de educación superior, ley y reforma lesivas para un país que quiere salir del atraso a que lo han sometido sus gobernantes. Hoy está el gobierno de Juan Manuel Santos y su flamante Ministra de Educación, imponiendo decisiones ya tomadas para acabar con la educación pública, con el ropaje de las buenas intenciones.

¿Y por qué la quieren acabar? Porque es una imposición del Tratado de Libre Comercio (TLC) que exige la entrada de los mercaderes norteamericanos de la educación superior. (Hasta las universidades privadas corren el riesgo de ser quebradas por las gringas, con bajos precios al inicio para luego subirlos a su arbitrio, cuando no haya competencia.)

¿Cómo quieren acabar con la educación pública? Como hicieron con la salud: cambiando el derecho a la educación –que protege la Constitución Nacional–, por el servicio a pagar, que da entrada al negocio privado.

Las buenas intenciones del gobierno se plantean, como necesidad, para esconder las finales consecuencias: educación, costosa y de baja calidad para ilustrar a unos pocos adinerados; nula, para los menos afortunados.

El gobierno dice que es necesario ampliar la cobertura de la educación superior, sin embargo la financiación propuesta es tan pírrica, que conducirá al cierre de universidades públicas para luego abrirlas como subsidiarias gringas. Ya hubo un ejemplo con la Universidad de Salamanca en España: se amplió la cobertura aumentando precariamente su financiación. El resultado final fue: bajó la calidad de la educación que la puso en riesgo de cierre.

El gobierno dice que otorgará financiación individual a estudiantes pobres que quieran cursar estudios superiores. Si endeudarlos por 90 millones de pesos para hacer una carrera de cinco años, es para estudiantes pobres, quiere decir que este país está lleno de ricos. En nuestro sistema financiero, a ningún pobre le prestan 90 millones de pesos ni aunque el gobierno sea el garante.

Siempre ha sido así, se otorgan becas (que es lo mismo que limosnas) a unos pocos estudiantes que la gran prensa se encarga de difundir como paradigma de democracia educativa. A la inmensa mayoría de estudiantes colombianos se les niega el derecho a la educación superior; pero como la prensa, anexa al gobierno, no lo registra, pues se asume como una falsedad. Según la reforma que quiere imponer el gobierno, ya no se les negará la educación superior a la mayoría de los estudiantes, se les negará a todos los pobres y de clase media.

Preparémonos: Si no apoyamos a los estudiantes en sus propuestas, la reforma a la educación superior, como está planteada, nos hará, en el futuro, un país de conocimientos comprados, o peor, un país de ignorantes sumisos; listos para ser colonizados y esclavizados definitivamente. 

domingo, 6 de noviembre de 2011

Por ahí es la cosa


Cuando se presentó un paro cívico en el municipio de Almaguer, Cauca, por el atraso en que se sumía como consecuencia de las políticas neoliberales que comenzaban a aplicarse, nos tocó presenciar las disertaciones de vecinos y autoridades departamentales. 

Habló un director de colegio más o menos en estos términos:

-A nosotros no nos quieren aportar diez profesores para cubrir las necesidades de educación de nuestros colegios con el argumento de que el presupuesto no le alcanza a la gobernación. Pregunto: ¿Cómo fue posible que al departamento de Nariño le aprobaran veinte profesores y a la gobernación sí le alcanzara presupuesto? ¿Cómo ellos sí lo lograron?

La respuesta sincera (e ingenua) del delegado departamental fue:

-¡Ah! Es que ellos hicieron un paro cívico.

sábado, 5 de noviembre de 2011

¡Habemus Alcalde!


Pasado el tedioso proceso electoral ya tenemos a quienes nos van a gobernar en los próximos cuatro años. Como ciudadanos, nos queda el derecho de exigir y debemos empezar a hacerlo ya. Comencemos con el cacareado Plan de Movilidad para Popayán que el Alcalde y los concejales elegidos tienen la obligación de poner en marcha, en el siguiente cuatrenio.

En nuestra opinión, es mejor cuestionar para después no tener que corregir. Vamos entonces con los interrogantes:

-¿En el proyecto elaborado por la Universidad del Cauca, se determinaron vías exclusivas para vehículos, vías para motociclistas, vías para ciclistas y vías para peatones? O, ¿seguiremos viendo esa horrorosa y peligrosa competencia entre conductores de carros, motociclistas, ciclistas, peatones y carretilleros con el triste y abultado saldo de víctimas?

-¿Se propuso la creación de una policía de tránsito, técnica, educadora y bien paga que dependa del Alcalde? O, ¿seguiremos soportando a la Policía Nacional que sólo aparece cuando se producen los accidentes de tránsito y que depende del Director Nacional de la Policía?

-¿Se crearán medios alternativos de transporte diferentes a los impulsados por combustibles fósiles, contaminantes y no renovables? O, ¿tendremos que olvidarnos del tranvía impulsado por energía de corriente continua, no contaminante, que además de resolver el transporte masivo, serviría de atractivo para una ciudad turística, como la nuestra?

-¿El plan de movilidad protegerá nuestros dos ríos, el Cauca y el Molino, y los hará visibles para su disfrute por la comunidad? O, ¿los esconderá para convertirlos en depósitos de basuras?

-¿El plan de movilidad protegerá el medio ambiente? O, ¿veremos árboles talados para dar paso a vehículos de combustión y atosigarnos con gas carbónico?

-¿Se ha previsto una acción educativa, sobre tránsito, para los ciudadanos y conductores? O, ¿seguiremos viendo la indisciplina de peatones en choque frontal contra la ignorancia de choferes y motociclistas?

Estos son algunos de nuestros interrogantes que esperamos sean tenidos en cuenta por el nuevo alcalde; y aún más, que el nuevo mandatario (¡ojalá!) ostente el carácter y la decisión para hacer frente a los mezquinos intereses particulares que siempre se han opuesto al desarrollo de nuestra ciudad. Una ciudad que puede progresar sin necesidad de chimeneas, porque la industria contaminante no es nuestra vocación, nuestra vocación es humanista y de protección del medio ambiente.

sábado, 29 de octubre de 2011

Platos a la carta


Durante los debates por la inconveniente venta del servicio de aseo de Popayán, no podía faltar el humor que matizó el error.

A un jurista, que estaba de acuerdo con la operación, le gritaban:

-¡Te vendiste por una chuleta! ¡Te vendiste por una chuleta!

De inmediato ripostó:

-¡Falso de toda falsedad! No fue por una chuleta, fue por una lengua en salsa.

sábado, 22 de octubre de 2011

El fracaso de un Estado


Colombia es un Estado fallido. Está estructurado sobre la desigualdad, la injusticia, la desinformación.


El propósito fundamental de la creación de un Estado era la organización gubernativa de una sociedad; de ahí se derivan otras ventajas como la unión de las comunidades, el progreso social, el bienestar de los asociados. Sin embargo, con el paso del tiempo y de la historia, esta idea primaria se ha ido deteriorando.


Hoy nos han metido el cuento de la globalización que sólo favorece a las grandes potencias; los Estados menores se han convertido en sucursales de empresas transnacionales y nos echan el segundo cuento, más reforzado todavía: el país ha tenido un crecimiento económico notable, cuando en realidad ese crecimiento es de las empresas foráneas que explotan los recursos más valiosos. Si en Tailandia se exportan zapatos de alta calidad a los Estados Unidos, por ejemplo, producidos con mano de obra barata como la que aportan los niños, ese valor de exportación se lo atribuyen al país, pero en la realidad es de la empresa norteamericana que los produce.


En Colombia se ha tergiversado tanto el concepto de Estado, que éste se ha convertido en un perseguidor de sus mismos asociados.


Veamos.


El Estado castiga el trabajo, la honradez, el cumplimiento, el buen gusto, el ahorro de energía, el carácter, el liderazgo.


Castiga el trabajo porque de entrada le recorta el salario al obrero con impuestos y una seguridad social que no funciona; castiga la honradez, porque quien es honrado jamás saldrá de pobre; castiga el cumplimiento, porque si se tiene una deuda bancaria y la cancela antes del plazo pactado, le aplican una sanción; castiga el buen gusto, porque si enluce la vivienda, seguro, lo suben de estrato social lo que implica impuestos más elevados; castiga el ahorro de energía, porque si reduce el consumo, lo obligan al cambio de contador para que vuelva a subir el pago; castiga el carácter, porque quien se atreve a reclamar, recibe la sanción social del Establecimiento con la complicidad de sus áulicos; castiga el liderazgo, porque quien lo asume, muere por fuerzas claramente oscuras, defensoras del actual Estado.


Sin embargo nuestro Estado no castiga el despilfarro de agua, de los recursos naturales, de energía; no castiga la contaminación en todos los órdenes; no castiga el delito, diferente al delito político; no castiga la corrupción, negocia con ella; no castiga las mentiras oficiales, nos las tragamos; no castiga el incumplimiento de candidatos trastocados en gobernantes.


Por todo eso y más, Colombia es un Estado fallido, que la desinformación nos obliga a ver como el paraíso anhelado.


Así estamos.

sábado, 15 de octubre de 2011

La Carreta que no es carreta


Un vendedor callejero de agua en Cartagena, Colombia, ha hecho por la educación lo que no han sido capaces de hacer las dos últimas ministras, las secretarías municipales y departamentales y las organizaciones culturales.
Martín Roberto Murillo Gómez, chocoano, con quinto grado de primaria, con pinta de somalí (que asustó al escritor Salman Rushdie), con una enriquecedora pasión por la lectura, con el ímpetu de quien quiere enseñar, logró montar y poner a rodar La Carreta Literaria ¡Leamos! por la costa Caribe de Colombia; por la Feria Internacional del libro en Bogotá; por la Feria del libro en Guadalajara, México; por la Feria del libro de Buenos Aires, Argentina; por los pueblos más escondidos de la geografía norte del país y puso a leer a nuevas generaciones de colombianos.  

El propósito fundamental de La Carreta Literaria ¡Leamos! es fomentar la lectura: por donde pasa presta libros, no los vende; porque leer es un placer que se disfruta y no tiene precio. Usualmente Martín Roberto Murillo Gómez pasea su Carreta por la plaza de la Proclamación, por la de la Inquisición en Cartagena de Indias y los turistas se sorprenden al ver que un modesto ciudadano preste libros para leer en un país al que se lo ganó la violencia; en un país donde los libros son caros, como artículos de lujo; donde leer es cosa de desocupados con plata y nunca una aventura del pensamiento. Los policías, que en el comienzo del rodaje de su biblioteca ambulante eran sus drásticos perseguidores (porque “estás disfrazando la venta de libros”), ahora respaldan y protegen a Martín, que de vendedor callejero hoy es gerente de su propia Carreta. (¡Quién lo creyera!: en la Carreta hasta los policías leen.)

Hoy La Carreta Literaria ¡Leamos!, cuenta con apoyos y patrocinadores importantes que le permite un despliegue autónomo y a Martín Roberto Murillo Gómez, un merecido sostenimiento. Es amigo de todos los escritores de Colombia y del mundo hispano que han contribuido con sus obras y donación de libros; también lo es de empresarios que han visto en él una oportunidad de divulgación de sus empresas y una forma original de estímulo a la lectura.

Martín Roberto Murillo Gómez es un ejemplo vivo de que las ideas valen tanto como se realicen, que soñar es el primer paso para cambiar. Él ha cambiado la forma de ver el mundo a los niños y estudiantes de la costa atlántica con sus talleres de lectura en voz alta; pero a los gobernantes y políticos (hoy de feria) les refriega a diario que su Carreta no es carreta.

domingo, 2 de octubre de 2011

Campaña electoral


Sucedió en plena campaña electoral de 2011 para elegir concejales, diputados, alcaldes y gobernadores, en Colombia.
En un colegio se convocó a una reunión de agitación política aprovechando que el día sábado no hay clases. Se presentaron, entre otros, unos candidatos al concejo que en el momento de su disertación ante un público serio, tuvieron la imprevista presencia de dos profesores de la institución a quienes la rumba del viernes se les iba prolongando al sábado. Uno de ellos interrumpió el discurso de un aspirante a concejal de apellido Zapata. Con botella en mano y abrazado a su compañero en permanente vaivén, dijo con voz atosigada por los 38 grados de alcohol:
-Qui ׳ hubo hermano. Te felicito. Hablás bonito…hic…Yo te conozco desde la primaria. Querido público: quiero presentarles a mi gran amigo…hic…hic…a mi amigo del alma…hic…hic…al famoso doctor…hic…hic…
Hola vé…hic…, ¿vos cómo es que te llamás?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Los imperios que mueren y los imperios que nacen


Está demostrado, a través de la historia, que todos los imperios tienen un ciclo vital como todo ser vivo.

Sucedió con el imperio romano.

Al final de su esplendor salieron los cristianos de las catacumbas, después de cuatrocientos años de confinamiento, para destruir ese imperio y establecer uno nuevo: el imperio vaticano.

Los cristianos aprovecharon las bondades de la ley romana que protegía a quienes se refugiaran en los cementerios, por considerarlos lugares sagrados, y debajo de esos cementerios construyeron albergues inmensos que hoy se conocen como catacumbas. Allí se protegieron los cristianos de la persecución de los romanos y fueron muchas las generaciones que no vieron brillar el sol.
Algo parecido tenemos en pleno siglo XXI en Nueva York. Allí, debajo de esa ciudad, hay otro tipo de sociedad que se refugia en la pobreza aprovechando los subterráneos de las inmensas alcantarillas, de las redes de acueducto y comunicaciones; incluido el Metro. Es una comunidad que no ve la luz del día; que crece al ritmo acelerado de la pobreza debajo de una sociedad opulenta.

Estados Unidos es un imperio nuevo que sólo ajusta cien años de existencia como tal y, por lo tanto, así como alcanzó su esplendor en tan breve tiempo, de igual forma será su final: rápido y doloroso. La pobreza carcome los cimientos del mayor imperio, como el gorgojo destruye el mueble más fino, hueco por dentro aunque se note indestructible por fuera. Estados Unidos utiliza su riqueza especulativa para sojuzgar a otros países sin resolver sus contradicciones internas que al final serán su tumba.

Del mayor imperio del mundo se cuentan historias que llaman a la envidia pero se refieren a su sociedad visible, de lujos y bienestar aparente, que ha fundamentado su poder en el dinero, un valor especulativo representado en papel. Cuando ese papel no sea aceptado como valor de cambio, tendremos pobres con cosas junto a pobres sin nada. Los verdaderos ricos, quienes han acumulado el oro y las piedras preciosas en bodegas inaccesibles, serán los amos de la pobreza. Amos de nada. Administrarán una legión de indigentes que, si no se destruyen entre sí, destruirán a sus amos.

Entonces, y sólo entonces, veremos la aniquilación de un imperio que se fundamentó en el valor ficticio del dinero y el nacimiento de una nueva sociedad que se asentará en el valor fundamental de la vida. Única forma de afrontar el futuro, sin guerras, sin destrucción por lo hecho, sin fronteras, sin sociedades opulentas ni pobres, sin clases ni estratos sociales. Si la vida es el principal valor, no se necesitan armas que la destruyan. Estaremos próximos a una sociedad perfecta.

La historia también ha demostrado que todo es posible para el ser humano.

sábado, 24 de septiembre de 2011

¡Mejor, no puede ser!


Muy pocas veces se ve a nuestro eximio representante ante los poderes centrales, Aurelio, paseando por los portales del centro de Popayán. En estas ante vísperas de las elecciones de 2011, tuvimos el honor de verlo saludando a todo el mundo y repartiendo ilusiones a quienes previamente lo habían abordado. Estando en esas, un turista boliviano, con pinta de mecánico de Pandiguando, se le acercó para constatar que se trataba de una persona importante; de inmediato Aurelio lo pampeó en el hombro y le lanzó su frase de batalla:
-¡Lo tuyo va bien!

domingo, 18 de septiembre de 2011

Más del IX Festival Gastronómico de Popayán


Las guapireñas habían llevado unas neveras de icopor donde guardaban sus carnes y especias marinas; pero había una nevera que competía con el cajón de la basura por lo rayada y sucia, un poco separada de las demás. Varias personas tomaron este cajón como basurero, levantaban la tapa y tiraban platos y vasos desechables, hasta que una cocinera se dio cuenta y se emberracó.
Le dio por sacar la basura hasta dejar ver lo que contenía y se movía en el fondo de la nevera: unos lentos cangrejos sucios, como la basura que les habían echado encima.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Sistemas opuestos de salud


Sucedió en Estados Unidos. Una niña de cuatro años, de clase media, sufrió de súbito una elevación de su temperatura; su madre de inmediato la llevó a la clínica más cercana. Allí fue recluida hasta que la gravedad de la dolencia obligaba a un tratamiento especializado. Consultada la compañía de seguros, advirtió que la niña no podía ser atendida hasta ese grado de complejidad porque su seguro no la cubría. La niña se fue agravando. No podía ser mayor la desesperación de la madre por la negligencia consciente de ese sistema de salud que dejaba a una niña expuesta a la muerte. En el extremo de la angustia, la niña volvió a ser recluida en la clínica para, finalmente, fallecer.
Otra madre sufrió el mismo percance. Su hija de cinco años tuvo los mismos síntomas preocupantes pero de inmediato fue atendida hasta el máximo grado de complejidad que requería, en un excelente hospital. Esta niña se recuperó y hoy su madre agradece a la ciencia médica tenerla viva y con buena salud. Preguntada esta última señora sobre el procedimiento, dijo que el hospital le había permitido acompañar a su hija y que toda la asistencia médica no le había costado nada.
-¿En qué país sucedió esto, señora?
-Aquí, en Francia.
Muchos norteamericanos de clase media, cuando son diagnosticados con enfermedades graves, prefieren emigrar a Francia, al Canadá, al norte de Europa, para aprovechar su sistema de salud y no quedarse en Estados Unidos expuestos a la quiebra económica, por los tratamientos, o a la muerte. Millones de norteamericanos carecen del seguro de salud y viven pidiendo a la providencia no enfermarse, ni accidentarse, porque sería una muerte segura. De los ilegales ni hablar, carecen de todos los derechos como los parias de la antigüedad.
 El sistema de salud norteamericano se fundamenta como un servicio a pagar y prevalece la utilidad económica sobre la vida de sus asociados; el sistema francés, es el derecho a la salud que protege el Estado, que se mantiene de los impuestos de sus mismos ciudadanos.
Sobra decir que el sistema de salud colombiano es fiel copia del norteamericano; que ahora, con la crisis hospitalaria, se pretende maquillar para seguir igual. El presidente de la república, con show incluido, habló que la salud será un derecho. Hasta donde sabemos, eso es posible con la derogatoria de la Ley 100 y la promulgación de otra ley que consagre a la salud como derecho, algo que él no puede hacer (y creemos que tampoco tiene la intención de hacerlo).
Los grandes empresarios de la salud son los mismos congresistas, industriales, grupos financieros (o sus testaferros) que dicen querer la reforma para seguir sosteniendo sus flamantes EPSs. La muerte de muchos ciudadanos anónimos, no será obstáculo para seguir en lo mismo. Queda el consuelo de emigrar a Francia para los que tienen plata, o a Venezuela y Ecuador, para los que no tienen.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Fracaso de la Cámara de comercio


Hace unas semanas un conocido periodista hizo una denuncia que refleja nuestra manera de ser y de actuar, institucional.

Decía el periodista que la Cámara de Comercio del Cauca había contratado con una empresa editorial de Manizales la impresión de su revista Camaractiva y se preguntaba si en Popayán no había empresas editoriales que hicieran esa impresión. La pregunta, dirigida a la Cámara de Comercio del Cauca, aún está en el aire.

Ahora vienen mis cuestionamientos.

Si la Cámara de Comercio del Cauca responde que en Manizales la impresión es más económica, está reconociendo el fracaso por su labor en el Cauca. Si en el Cauca la impresión es más costosa es porque aquí no hay estímulo para las empresas, comenzando porque no las ocupan. La Cámara de Comercio no propicia, con su ejemplo, que haya desarrollo empresarial; no interviene en la difusión de nuestros méritos comerciales. Sus directivos ni siquiera se preguntan por qué es más caro imprimir en Popayán.

Pero la situación es aún peor.

Las universidades asentadas en Popayán, como la Universidad del Cauca, la Universidad Autónoma, el Colegio Mayor, Comfacauca y otros colegios de importancia similar, prefieren comprar su papelería y sus libros a empresas de Bogotá y no en Popayán donde nuestros empresarios hacen lo imposible por sobrevivir hasta que claudican con la temible quiebra. Pregúntense ustedes cuántas librerías se han cerrado en nuestra ciudad entre los años 2009 y 2011. Es una estadística que debería avergonzar a la Cámara de Comercio del Cauca.

En cuanto a las universidades, es incoherente que mientras en sus programas haya Administración de Empresas y prediquen la iniciativa empresarial, esas mismas universidades contribuyan a la quiebra de nuestras librerías y papelerías, fomenten el desempleo, porque prefieren comprar en Bogotá grandes cantidades de material editorial que estimularía, fortalecería y consolidaría a nuestros comerciantes locales. Podrán argumentar que allá en Bogotá es más barato, pero caeríamos en un círculo vicioso: es más barato porque allá los comerciantes venden por volumen y aquí, al no comprar, les niegan esa posibilidad.

Ni las universidades, ni la Cámara de Comercio del Cauca tienen sentido de pertenencia: están contribuyendo con el empleo y desarrollo comercial de Manizales y Bogotá, mientras nuestra ciudad se hunde en el desempleo (ya ocupamos el primer lugar en el país), en la inseguridad, en la falta de negocios importantes, en la falta de estímulos empresariales.

A ese paso los futuros egresados de las universidades con sede en Popayán crearán empresas…pero en Manizales y Bogotá, porque el ejemplo enseña. Nosotros seguiremos igual… o peor.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Ecos del IX Festival Gastronómico de Popayán


Después de zamparse una suculenta cazuela de mariscos en el puente de El Humilladero, donde las negras de Gauapi hacían delicias marinas, el marido la dijo a su esposa, con docilidad aprendida:

-Mija, ¿ahora con qué bajamos esta cazuela?

La señora, con autoridad indiscutida, respondió:

-¡Con sexo, mijo!

sábado, 3 de septiembre de 2011

Las ineficientes secretarias de educación


En mis épocas de funcionario de una empresa de telecomunicaciones, no existían las facilidades para acometer, con eficacia, una labor administrativa como se tienen hoy. Apenas se insinuaban los ordenadores de escritorio que reemplazaban a las máquinas de escribir y las bases de datos que permitían hacer largas listas por orden alfabético. Casi todo el quehacer era manual.

En ese entorno, había un empleado que parecía incansable; sobre su escritorio tenía resmas de documentos y él se perdía en esas resmas, con bolígrafo y regla, al agacharse en permanente actividad. Sin embargo, y pese a calificarlo como excelente trabajador, al final de cuentas el señor no era tan eficiente como parecía. El resultado de su labor era muy pobre y los errores, reiterativos. Al establecer una necesaria analogía, el empleado aquel era como algunas dependencias gubernamentales que administran altos registros de personal, como las Secretarías de Educación Municipal y Departamental: mucho volumen de actividad para tan deprimente resultado.

A los funcionarios de rango superior se les debe exigir, en esta época de avances tecnológicos, por lo menos mediana cultura de ayudas administrativas para que la dependencia a su cargo sea eficaz en el manejo de la información.

Es inconcebible que aún se procese la llamada actualización de datos de su personal con digitadores manuales, cuando existen sistemas de información que extienden esta labor a los propios interesados. Si las secretarías tuvieran estas ayudas, que no son costosas por el resultado, cualquier empleado o profesor podría entrar a la página en la red de Internet, actualizar sus datos, soportados en documentos legales, y obtener una certificación en línea en vez de esperar cuatro o cinco meses a que se la extiendan en papel. Se ahorrarían los digitadores, la papelería, las incomodidades, y la información sería más confiable, porque al mismo interesado le conviene mantenerla actualizada.

Claro que estas observaciones ya no son aplicables para las actuales, agonizantes, administraciones departamental y municipal, sólo esperamos que las tengan en cuenta los candidatos, que tienen la posibilidad cierta de aspirar a los cargos de la administración pública. Y si los nuevos gobernantes no las aplican, es porque la corrupción está asentada, y seguirá campeando en medio del desorden administrativo.

domingo, 28 de agosto de 2011

Campanazo en el Campanario


Definitivamente llegamos al laberinto de los trámites. A la burocracia española, le hemos agregado la burocracia gringa y ya tenemos un coctel de corte medieval,  próximo al oscurantismo.

La burocracia española es complicada y testamentaria; la gringa es rígida e impersonal; de suerte que para cualquier trámite ciudadano, ahora tenemos que afrontar largas cadenas de filtros humanos que no resuelven nada y si estamos a las puertas de llegar ante quien toma las decisiones, nos remiten al Internet que es rígido y no admite réplica.

Me sucedió en el Centro Comercial Campanario.

Llegué con el propósito de obtener un permiso para instalar una mesa donde exhibir mis libros, en una de sus áreas comunes,  durante tres días de realización del Festival Gastronómico, cuando llegan los turistas.

Me recibió un vigilante que, además de mirar potenciales rateros, tiene la misión de recepcionista. Le solicité hablar con alguien de la administración.
-¿A quién necesita?
-No conozco a nadie en particular. Quiero hablar con alguien de la administración.
-¿De parte de quién?
-De parte mía, de Víctor López.
Cogió el teléfono interno y me pasó a una dama.
-¿Qué se le ofrece?
-Quiero hablar con alguien de administración.
-Y, ¿de qué se trata?
-Excuse, pero me gustaría hablar en forma personal.
-Ya le mando a un promotor.
Bajó el promotor.
-Señor, lo que quiero es ver la posibilidad de que el Centro Comercial me facilite un espacio para la exhibición de mis libros…
-¡Ah! Eso es con Paola. Sígame.
Llegué donde Paola, encantadora ella como todas las italianas. Después de echar el mismo cuento, Paola me pidió un correo electrónico donde me haría llegar la oferta.
La propuesta, en bello formato PDF, me llegó esquemática sin ninguna alternativa personal como, “acérquese a nuestra oficina para ampliar detalles”, y me sentí importante porque el Centro Comercial Campanario me atribuye un volumen de ventas de libros próximo al de García Márquez. Me cobraron como si fuera un comerciante emergente.
Después solté una risa escandalosa porque, haciendo cuentas, si llegara a vender veinte libros a quince mil pesos cada uno (mi máxima aspiración entre los visitantes, porque los payaneses no compran) quedaría en deuda con el Centro Comercial, de manera que sería mucho más económico pararme a la entrada de Campanario y regalar esos mismos veinte libros para evitar las deudas que me aterran.

La burocracia gringa es efectiva porque impide hablar con la gerente quien, en últimas, decide y para plantearle humanamente que los escritores, que no tenemos conexiones políticas, estamos sujetos a la comprensión de personas que nos puedan apoyar en la difusión.

Después de lo sucedido, cobra vida una propuesta que planteamos con el escritor y amigo Hernán Bonilla Herrera: Contratar unas bellas patinadoras para que vendan nuestros libros en los semáforos. Así todos ganan, los escritores ganamos en difusión, la ciudadanía gana en espectáculo, paisaje y belleza, pero las señoritas se llevan las utilidades. ¡Qué mejor!  

sábado, 27 de agosto de 2011

Teatro dramático callejero


Hay en Popayán, Colombia, un señor que tiene por costumbre representar una dramática tragedia familiar para obtener la conmiseración y, de paso, unas limosnas de los incautos.
Su último cuento es que su señora madre ha muerto y no tiene con qué enterrarla. Es tan desgarradora su exposición, que muy pocas señoras se resisten a la falsedad y de inmediato extienden su aporte que comienza con cinco mil pesos y puede llegar a los diez mil.
Ayer no más, tenía agarrada a una señora, que seguro no era de por aquí,  y cuando estaba a punto de ablande, apareció Talego Ramírez para tratar de salvarla. Talego le hizo señas a la señora de todas las formas para que no le creyera al avispado, pero finalmente ganó el bribón: la señora extendió un billete de cinco mil pesos.
Se acercó, Talego, a la señora asaltada en su buena fe y le increpó:
-¿Señora, no se dio cuenta que yo le hacía señas para que no le diera plata a ese señor, que es un mentiroso?
-Pues yo sí me di cuenta, pero no le hice caso porque como aquí en Popayán hay mucho loco…

sábado, 20 de agosto de 2011

De próceres y políticos


Hoy, después de ver las actuaciones de nuestros representantes y senadores, nos invade la nostalgia por los políticos del siglo XIX.

A mediados de mil ochocientos teníamos verdaderos luchadores por grandes ideales. Estaban construyendo una república y, con errores y aciertos, lo lograron. En ese ideal supremo participaron José Hilario López, José María Obando y Tomás Cipriano de Mosquera, quien al final consolidó lo que hoy es la República de Colombia. Fueron políticos y militares que le apuntaban a la grandeza de su nación en crecimiento.

Hoy nos invade la tristeza por la diferencia de valor entre un siglo y otro.

Nuestros políticos del presente se dejan arrinconar por las nuevas tendencias y, como los camaleones, se acomodan a las circunstancias, sobre nadan en medio de todas las opresiones como signo de modernidad. Como no tienen el carácter de oponerse a las políticas que destruyen lo que se construyó con sangre y sacrificio, se acomodan a ellas y se aprovechan, en perjuicio de sus electores. No hay ideales supremos que orienten hacia un nuevo país, con desarrollo y prosperidad; sin problemas sociales; con la necesaria paz y convivencia.

Nuestros políticos se limitan a proponer leyes intrascendentes,  como leyes de honores, reducción del valor de la gasolina, reivindicaciones pobres de algunos sectores de la sociedad, reformas paupérrimas en salud y educación para seguir igual. Ninguno se atreve a proponer una ley de defensa de los recursos naturales contra los depredadores internacionales; ninguno propone una economía nacional que valorice lo que tenemos; ninguno propone un país autónomo con desarrollo propio sin imposiciones internacionales; ninguno propone integrarnos a la economía latinoamericana; ninguno propone resolver radicalmente el problema social.

Los partidos tradicionales han fracasado estruendosamente en Colombia: En sus ciento cincuenta años de existencia no han sido capaces de resolver el grave problema social que nos hace un país de tragedias. Sin embargo, ninguno de nuestros políticos ha propuesto una alternativa y, al paso que vamos, los arrollarán los acontecimientos, porque el problema crece y de alguna manera tiene que resolverse.

Sí. Hay mucha diferencia entre los viejos próceres y los nuevos políticos.