domingo, 25 de diciembre de 2011

La educación infantil, otra frustración


Comencemos diciendo que la educación que se le da al niño colombiano es la educación que conduce a la frustración del futuro ciudadano.

El Ministerio de Educación, y de ahí para abajo, aplica una política donde se enseña mal, se castiga la iniciativa, se frustra la esencia del infante, que es su libertad, para acomodarlo a la disciplina engañosamente castrense.

Si tomamos como ejemplo a los países que tienen un elevado reconocimiento intelectual, vemos que a los niños les enseñan a hacer cosas por medio de manualidades, porque en esa primera etapa el niño está descubriendo su entorno y lo hace con todos los sentidos. Les enseñan a construir con sus manos, a pintar, a bailar, a cantar, a hablar bien, a escribir manuscritos con buena letra, a sumar, restar y multiplicar con elementos concretos, como en un prolongado recreo. Les hacen descubrir la memoria aprendiendo trozos de literatura en verso y reconociendo la geografía de su patria. Esos países no permiten que a sus niños les enseñen en computador, ni menos a manejarlo, tampoco que usen el teléfono móvil. Consideran nocivos los elementos modernos porque el niño se vuelve un perezoso mental, carente de iniciativa, no descubre el mundo por sí mismo sino que se lo esconden. Después de los diez años, en esos países, el niño puede usar aparatos modernos porque se asume que ya ha aprendido lo elemental y puede pasar a la etapa de la abstracción y el conocimiento superior.

En nuestro medio el estudio es, en general, una actividad muy ardua cuando debería ser placentera. Eso nos lo inculcan desde la niñez y lo llevamos como un fardo que muy pocos se atreven a descargar. El niño no debe ser sometido, obligado, sino orientado. Que él busque y encuentre, por sus propios medios, lo que más lo satisface, la llamada vocación para desarrollar sus talentos que definirán su futuro.

Muy poco, por no decir nada, hacen las secretarías de educación, municipal y departamental, que se han convertido en administradoras de fondos de pagos, traslados de personal y apoyo logístico y han descuidado la verdadera calidad de la educación de nuestros niños.

Solo esperamos que los tiempos cambien, así como los gobernantes, para mejorar.   

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