Durante
los debates por la inconveniente venta del servicio de aseo de Popayán, no
podía faltar el humor que matizó el error.
A un
jurista, que estaba de acuerdo con la operación, le gritaban:
-¡Te vendiste
por una chuleta! ¡Te vendiste por una chuleta!
De
inmediato ripostó:
-¡Falso
de toda falsedad! No fue por una chuleta, fue por una lengua en salsa.
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