Un
vendedor callejero de agua en Cartagena, Colombia, ha hecho por la educación lo que no han
sido capaces de hacer las dos últimas ministras, las secretarías municipales y
departamentales y las organizaciones culturales.
Martín
Roberto Murillo Gómez, chocoano, con quinto grado de primaria, con pinta de
somalí (que asustó al escritor Salman Rushdie), con una enriquecedora pasión
por la lectura, con el ímpetu de quien quiere enseñar, logró montar y poner a
rodar La Carreta Literaria ¡Leamos! por
la costa Caribe de Colombia; por la Feria Internacional del libro en Bogotá;
por la Feria del libro en Guadalajara, México; por la Feria del libro de Buenos
Aires, Argentina; por los pueblos más escondidos de la geografía norte del país
y puso a leer a nuevas generaciones de colombianos.
El
propósito fundamental de La Carreta
Literaria ¡Leamos! es fomentar la lectura: por donde pasa presta libros, no
los vende; porque leer es un placer que se disfruta y no tiene precio.
Usualmente Martín Roberto Murillo Gómez pasea su Carreta por la plaza de la Proclamación, por la de la Inquisición
en Cartagena de Indias y los turistas se sorprenden al ver que un modesto
ciudadano preste libros para leer en un país al que se lo ganó la violencia; en
un país donde los libros son caros, como artículos de lujo; donde leer es cosa
de desocupados con plata y nunca una aventura del pensamiento. Los policías,
que en el comienzo del rodaje de su biblioteca ambulante eran sus drásticos
perseguidores (porque “estás disfrazando la venta de libros”), ahora respaldan
y protegen a Martín, que de vendedor callejero hoy es gerente de su propia Carreta. (¡Quién lo creyera!: en la Carreta hasta los policías leen.)
Hoy La Carreta Literaria ¡Leamos!, cuenta
con apoyos y patrocinadores importantes que le permite un despliegue autónomo y
a Martín Roberto Murillo Gómez, un merecido sostenimiento. Es amigo de todos
los escritores de Colombia y del mundo hispano que han contribuido con sus
obras y donación de libros; también lo es de empresarios que han visto en él
una oportunidad de divulgación de sus empresas y una forma original de estímulo
a la lectura.
Martín
Roberto Murillo Gómez es un ejemplo vivo de que las ideas valen tanto como se
realicen, que soñar es el primer paso para cambiar. Él ha cambiado la forma de
ver el mundo a los niños y estudiantes de la costa atlántica con sus talleres
de lectura en voz alta; pero a los gobernantes y políticos (hoy de feria) les
refriega a diario que su Carreta no
es carreta.
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