sábado, 15 de octubre de 2011

La Carreta que no es carreta


Un vendedor callejero de agua en Cartagena, Colombia, ha hecho por la educación lo que no han sido capaces de hacer las dos últimas ministras, las secretarías municipales y departamentales y las organizaciones culturales.
Martín Roberto Murillo Gómez, chocoano, con quinto grado de primaria, con pinta de somalí (que asustó al escritor Salman Rushdie), con una enriquecedora pasión por la lectura, con el ímpetu de quien quiere enseñar, logró montar y poner a rodar La Carreta Literaria ¡Leamos! por la costa Caribe de Colombia; por la Feria Internacional del libro en Bogotá; por la Feria del libro en Guadalajara, México; por la Feria del libro de Buenos Aires, Argentina; por los pueblos más escondidos de la geografía norte del país y puso a leer a nuevas generaciones de colombianos.  

El propósito fundamental de La Carreta Literaria ¡Leamos! es fomentar la lectura: por donde pasa presta libros, no los vende; porque leer es un placer que se disfruta y no tiene precio. Usualmente Martín Roberto Murillo Gómez pasea su Carreta por la plaza de la Proclamación, por la de la Inquisición en Cartagena de Indias y los turistas se sorprenden al ver que un modesto ciudadano preste libros para leer en un país al que se lo ganó la violencia; en un país donde los libros son caros, como artículos de lujo; donde leer es cosa de desocupados con plata y nunca una aventura del pensamiento. Los policías, que en el comienzo del rodaje de su biblioteca ambulante eran sus drásticos perseguidores (porque “estás disfrazando la venta de libros”), ahora respaldan y protegen a Martín, que de vendedor callejero hoy es gerente de su propia Carreta. (¡Quién lo creyera!: en la Carreta hasta los policías leen.)

Hoy La Carreta Literaria ¡Leamos!, cuenta con apoyos y patrocinadores importantes que le permite un despliegue autónomo y a Martín Roberto Murillo Gómez, un merecido sostenimiento. Es amigo de todos los escritores de Colombia y del mundo hispano que han contribuido con sus obras y donación de libros; también lo es de empresarios que han visto en él una oportunidad de divulgación de sus empresas y una forma original de estímulo a la lectura.

Martín Roberto Murillo Gómez es un ejemplo vivo de que las ideas valen tanto como se realicen, que soñar es el primer paso para cambiar. Él ha cambiado la forma de ver el mundo a los niños y estudiantes de la costa atlántica con sus talleres de lectura en voz alta; pero a los gobernantes y políticos (hoy de feria) les refriega a diario que su Carreta no es carreta.

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