Las
guapireñas habían llevado unas neveras de icopor donde guardaban sus carnes y especias
marinas; pero había una nevera que competía con el cajón de la basura por lo
rayada y sucia, un poco separada de las demás. Varias personas tomaron este
cajón como basurero, levantaban la tapa y tiraban platos y vasos desechables,
hasta que una cocinera se dio cuenta y se emberracó.
Le
dio por sacar la basura hasta dejar ver lo que contenía y se movía en el fondo
de la nevera: unos lentos cangrejos sucios, como la basura que les habían
echado encima.
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