sábado, 17 de septiembre de 2011

Sistemas opuestos de salud


Sucedió en Estados Unidos. Una niña de cuatro años, de clase media, sufrió de súbito una elevación de su temperatura; su madre de inmediato la llevó a la clínica más cercana. Allí fue recluida hasta que la gravedad de la dolencia obligaba a un tratamiento especializado. Consultada la compañía de seguros, advirtió que la niña no podía ser atendida hasta ese grado de complejidad porque su seguro no la cubría. La niña se fue agravando. No podía ser mayor la desesperación de la madre por la negligencia consciente de ese sistema de salud que dejaba a una niña expuesta a la muerte. En el extremo de la angustia, la niña volvió a ser recluida en la clínica para, finalmente, fallecer.
Otra madre sufrió el mismo percance. Su hija de cinco años tuvo los mismos síntomas preocupantes pero de inmediato fue atendida hasta el máximo grado de complejidad que requería, en un excelente hospital. Esta niña se recuperó y hoy su madre agradece a la ciencia médica tenerla viva y con buena salud. Preguntada esta última señora sobre el procedimiento, dijo que el hospital le había permitido acompañar a su hija y que toda la asistencia médica no le había costado nada.
-¿En qué país sucedió esto, señora?
-Aquí, en Francia.
Muchos norteamericanos de clase media, cuando son diagnosticados con enfermedades graves, prefieren emigrar a Francia, al Canadá, al norte de Europa, para aprovechar su sistema de salud y no quedarse en Estados Unidos expuestos a la quiebra económica, por los tratamientos, o a la muerte. Millones de norteamericanos carecen del seguro de salud y viven pidiendo a la providencia no enfermarse, ni accidentarse, porque sería una muerte segura. De los ilegales ni hablar, carecen de todos los derechos como los parias de la antigüedad.
 El sistema de salud norteamericano se fundamenta como un servicio a pagar y prevalece la utilidad económica sobre la vida de sus asociados; el sistema francés, es el derecho a la salud que protege el Estado, que se mantiene de los impuestos de sus mismos ciudadanos.
Sobra decir que el sistema de salud colombiano es fiel copia del norteamericano; que ahora, con la crisis hospitalaria, se pretende maquillar para seguir igual. El presidente de la república, con show incluido, habló que la salud será un derecho. Hasta donde sabemos, eso es posible con la derogatoria de la Ley 100 y la promulgación de otra ley que consagre a la salud como derecho, algo que él no puede hacer (y creemos que tampoco tiene la intención de hacerlo).
Los grandes empresarios de la salud son los mismos congresistas, industriales, grupos financieros (o sus testaferros) que dicen querer la reforma para seguir sosteniendo sus flamantes EPSs. La muerte de muchos ciudadanos anónimos, no será obstáculo para seguir en lo mismo. Queda el consuelo de emigrar a Francia para los que tienen plata, o a Venezuela y Ecuador, para los que no tienen.

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