Los
bancos al tratar de ser condescendientes con el ser humano infringen las normas
del buen humor, pero hay quien se las recuerda.
Como
ahora se han inventado filas para clientes, donde van los que consignan a
diario y retiran a diario; general –donde llegan los mandaderos-; VIP que se
supone es para los más aventajados, no tienen plata pero sí influencia; ahora
se inventaron una que exhibe un letrero aun más discriminatorio: Mayores y embarazadas.
Un
señor, de buena presencia y exquisitas maneras, se hizo en esta última y de
inmediato el acucioso celador lo vio muy joven para ocupar una de las plazas de
mayor y empezó la inquisición:
-¿Cuántos
años tiene el señor? Porque creo que no se puede hacer en esta fila.
-¡Cómo
que no, lindo! ¡Si estoy embarazada!
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