Como ahora están de moda los llamados centros naturistas donde se consiguen desde aguas de manzanilla en grageas hasta potenciadores sexuales en pomadas, no escapan los ancianos que los frecuentan.
Una vez llegó uno que rondaba la cincuentena y media a pedir un rejuvenecedor sexual; hacía esfuerzos para disimular su decaimiento natural, pero le fallaba la memoria:
-Buenos días, señorita. ¿Tiene un remedio que se llama Megaplus?
-¿No será Megasex? –preguntó la dependiente.
-Sí. Creo que sí. Es que me lo encargaron.
-Sí, lo tenemos. Pero señor, dígale al que se lo encargó que si es hipertenso no debe tomar esto porque se le sube la presión.
-Gracias, señorita, pero yo no soy hipertenso.
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