Una vez llegó al Batallón Cisneros un telegrama donde aseguraba que la mamá del soldado Castrillón, de Popayán, había fallecido. El oficial de servicio no quería darle esa noticia intempestiva por el afecto que le tenía al payanés. Entonces el soldado Rosero Jojoa Benicio (pastuso tenía que ser) se ofreció para cumplir esa misión de informar la desgracia tratando de atenuar el golpe moral que iba a recibir Castrillón.
Se acercó Benicio al afectado y con acento sureño le dijo:
-Mirá Castrillón, ha llegado un telegrama que dice que tu mamá esta grave. El entierro es mañana a las cinco de la tarde.
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