¿Por qué, personas tan inteligentes se vuelven estúpidos políticos?
Esta pregunta asaltó mi raciocinio después de asistir a una reunión con eminentes profesionales, en uso de buen retiro, que departían en alegre conciliábulo so pretexto de un cumpleaños atrasado.
Es posible que la edad (pasaban de la quinta guasca) y su éxito (todos realizados, con buenas alforjas económicas) no les permitieran otear otras formas de sociedad más justa. Creen, como los buenos conservadores, que el nuestro es el mejor país del mundo, que nuestros gobernantes no tienen par.
Como tema de conversación, en una mesa etílica, es válido hablar de política, porque podemos estar de acuerdo con Arturo Graf con aquello de que “si los hombres se limitaran a hablar solamente de lo que entienden, apenas sí hablarían.” Sin embargo, pasar a la etapa superior, como lo es la discusión, conlleva argumentar, y ahí aflora la estupidez; en ese momento, discutir con personajes enredados en sus apreciaciones es tan inútil como echar agua en un costal.
La historia humana está plagada de pueblos inteligentes que fueron arrastrados por dirigentes inferiores hacia la desgracia social, o la guerra. La política es una ciencia que todo el mundo cree conocer; hasta se aventuran unas definiciones parciales que pretenden recoger toda una filosofía de gobierno y las llevan a categoría de dogmas.
Antes de adentrarme en razones, para tratar de descubrir las causas de la estupidez política, voy a citar una anécdota que le sucedió a un compañero de los profesionales citados, profesional también, ya fallecido, pero que en su momento obraba como los referidos.
Gober, que así se llamaba, adquirió una extensión de tierra en el sector considerado más bello y prometedor de Cali; como buen arquitecto, diseñó y construyó una mansión que era la envidia de sus allegados. Allí, en esa planicie campestre cerca al rio Cauca, se daban cita los amigos y compañeros de trabajo para gozar de sus eventos sociales. Con el paso de los meses ocurrió un hecho social derivado de otro político, no previsto por Gober, que cambió esa idílica mansión en una casa de espanto. Hubo un masivo desplazamiento de ciudadanos pobres, víctimas de la violencia, que se asentaron en los alrededores de la quinta estrato social máximo, de Gober. Mal contados los desplazados sumaban unos dos mil que después dieron paso a la ciudadela de Aguablanca, que hoy llega al millón de habitantes. El resultado final fue: la mansión se desvalorizó, los amigos no volvieron por el temor de ser asaltados y hasta el mismo dueño terminó deplorando su suerte. Me atrevo a sugerir unos juicios sobre este hecho: Gober, no sabía de política, así dijera lo contrario; no tenía claro en qué país vivía; la violencia y el desplazamiento, para él, eran cuentos chinos y tal vez se consideraba exento de sus consecuencias.
Dicho lo anterior, otra vez me vuelve a asediar el interrogante: ¿Por qué, personas inteligentes alcanzan ese grado de estupidez política?
Es posible que se deba a estas razones:
-Confunden la ética con la política.
-Tienen un concepto errado del desarrollo de un país.
-Desconocen la historia de su propio país.
-Razonan con argumentos prestados.
Vamos a desglosarlos:
Se confunde la ética con la política.
En términos simples la política se ocupa del comportamiento y desarrollo de las comunidades; la ética, del comportamiento y desarrollo del individuo. Al confundir estos términos aparecen juicios como: “Conozco un amigo cubano que siendo una eminencia en ingeniería vive en un lugar que da pena. Por eso no estoy de acuerdo con Cuba.”
La política que rige en Cuba es el socialismo, donde todos trabajan para beneficio de todos, regulados por el Estado; hay prioridad del servicio hacia los asociados. El cubano es consciente de esto y lo acepta; sabe que por encima de su realización personal está el bienestar de su comunidad. También es consciente del bloqueo que afecta a su país a causa de su política.
“La paz empieza por casa.” En nuestro caso colombiano algunos sectores quieren resolver un problema político (la guerra insurgente, la violencia delincuencial) aplicando una solución ética (hacer bueno al individuo). Los problemas políticos se resuelven aplicando soluciones políticas.
“En la Alemania Oriental, los soldados nos maltrataron como si fuéramos agentes de la CIA; por eso dejé atrás mi comunismo.”
Aquí se particulariza un aspecto negativo de uno o unos individuos en un contexto de guerra fría, para descalificar toda una tesis política. El comunismo como política, es una teoría que aún no se ha aplicado en las sociedades modernas; no ha habido una sociedad comunista: sociedad sin clases y sin Estado, salvo la breve Comuna de Paris en 1871.
“En los países socialistas hay vicio y muchos suicidios.” Se refieren a los países socialistas democráticos de Europa. Esos países no tienen problemas sociales graves porque su política los ha resuelto. Hay problemas individuales que se corrigen con educación; aquí debería funcionar la ética.
¿En qué consiste el desarrollo?
Para el capitalismo producir bienes de capital; instalar fábricas que produzcan objetos que se puedan vender. Acumular capitales. El capital es el fundamento del bienestar individual, no colectivo. El capital de unos es la pobreza de los más. Aparece la competencia como método y la desigualdad como resultado. Aquí se cumple eso de que “el fin justifica los medios”, como la suprema razón de progreso.
Las ganancias desmesuradas y el bienestar de unos pocos, arrasa con los bienes que la naturaleza provee. Ahí están, a manera de ejemplo, el sacrificio masivo de tiburones que pescan empresas multinacionales japonesas y norteamericanas, les cortan las aletas, los regresan al mar para que se mueran, con el propósito de llevar el supuesto afrodisiaco como manjar a las mesas de los opulentos que los pagan a precio de jeque árabe. Este desarrollo es depredador.
Hay otro tipo de progreso que se asienta en el bienestar de las comunidades, el respeto por la naturaleza y el respeto supremo por el ser humano. Bajo este concepto todos los asociados de una comunidad viven dignamente: tienen vivienda, educación, salud, bienestar, alimentación, como principal objetivo del desarrollo.
En el primer caso se multiplica la pobreza, la desigualdad, la agitación social, la rebeldía, la delincuencia. En el segundo, se acerca al ideal de una sociedad justa y civilizada, como debe corresponder a las sociedades comunitarias.
En Cuba un magnate ecuatoriano, usuario ocasional de un restaurante de lujo, se dirigió a su guía turístico para decirle:
-En Ecuador una langosta como ésta es más barata que aquí. Con la plata que yo tengo podría comer varios platos en mi tierra.
El guía turístico, lo miró y le lanzó un interrogante político:
-¿Bueno, usted sí, pero en Ecuador cuántos ecuatorianos pueden comer langosta?
Se desconoce la historia del país.
Por ese desconocimiento se incurre en la confusión de causas con consecuencias. Los actores actuales de perturbación como la insurgencia, la delincuencia son las consecuencias de un problema cuyas causas se remontan a los principios de la constitución de nuestro país como república. Hubo una independencia de España, es cierto, pero el grueso de la población siguió esclava y dependiente de unas castas herederas del sistema político español fundamentado en un Estado excluyente. Los patriotas establecieron un sistema político donde no hay espacio de progreso para los indios, los negros y los pobres como sociedad. Donde los detentadores del poder político y económico sólo utilizan a los marginados como perros de presa contra sus propios congéneres para sostenerse, inculcándoles conceptos hueros como defensa de la patria, defensa de la sociedad y dándoles migajas de poder y bienestar para mantenerlos aliados.
Así, la solución de nuestros problemas sociales comienza por resolver la causa: cambiar el sistema político con la participación de todos los asociados con el máximo propósito de construir una sociedad mejor, incluyente y justa. De ninguna manera se corrigen nuestros males atacando las consecuencias: tratar de acabar con violencia a la insurgencia, la delincuencia, porque lo digan politólogos pagados por el poder enclaustrado; esto sería multiplicar los errores sin fin. Si no hay una solución de fondo, radical, continuaremos con el desangre, porque las sociedades son dinámicas. A cada acción social siempre hay una reacción.
Ahora que estamos en vísperas de la celebración del Bicentenario de la independencia de España, convendría plantear unos interrogantes que refuerzan lo dicho:
¿Por qué Simón Bolívar no permitió que los negros participaran como soldados en el proceso de independencia? Me atrevo a dar una posible respuesta: porque los negros no querían independencia, querían libertad.
¿Por qué se persiguió con saña al General José María Melo cuyo mandato hizo posible la unión de caudillos irreconciliables para despojarlo del poder? Otra respuesta aventurada: Melo quería una sociedad diferente de la española, incluyente y social; no individual ni caudillista como en su momento era el gobierno de José María Obando.
Razonan con argumentos prestados.
Para nadie es un secreto que hay escritores y periodistas prepago. Son los encargados de refregar unas tesis como verdades absolutas. Estas posiciones son las que recogen nuestros políticos de licor para exhibirlas en una discusión intrascendente.
Veamos unos ejemplos:
“El hombre es por naturaleza violento.” Falso. Como todo animal el hombre sólo responde a los ataques contra su vida, tiene elevado instinto de conservación de la especie; pero no está en su naturaleza agredir a alguien por placer. Es muy diferente que al ser formado bajo el concepto de propiedad desarrolle la violencia. Pero al no existir propiedad, germen de todo tipo de violencia ésta desaparecerá.
“El hambre se soluciona con empleo.” En un país capitalista pudo ser cierto antes de la revolución industrial; hoy se trata de eliminar la mano de obra y cuando es imprescindible se reduce a categoría de esclavitud: exceso de labor por mísero pago. Para el capitalismo es necesaria la pobreza que suministra mano de obra barata. En un futuro próximo los trabajadores laborarán por sobras de comida. El hambre como la pobreza, se solucionan con el desarrollo integral de la comunidad.
“La seguridad se consigue con más fuerza pública.” Falso. Triste civilización es esta donde el ser humano necesita de la violencia, la coacción, el castigo, para observar un buen comportamiento social. En una sociedad verdaderamente civilizada esos elementos represivos no son necesarios. La seguridad se alcanza cuando hay respeto por la vida de los demás, incluidos los animales, incluida la naturaleza que nos sostiene. Algunos países europeos después de dos guerras mundiales tienen un elevado concepto por la vida, pero aún falta llegar a esa civilización sin fuerza pública.
Dejemos ahí estas reflexiones. Las conversaciones de coctel sirven para llegar a la meditación posterior; pero qué bueno fuera alcanzar el debate porque “en un debate, el que pierde gana, porque sale de un error”, según lo enseñó Estanislao Zuleta. Mientras llegamos a ese estadio del debate, algo muy civilizado, intentemos compartir la apreciación de René Descartes sobre las charlas de mesa: “No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón; todo el mundo está convencido de tener suficiente.”
A los señores, que hicieron posible este texto, digamos bebedores políticos, vendría bien recomendarles finalmente que traten de observar los tres principios de la racionalidad de Kant:
Pensar por sí mismo.
Colocarse en la posición del otro.
Ser consecuente.