Dos viejitas chuchumecas y dos señores menos viejos que las ancianitas, hacían fila en una moderna farmacia de una EPS en Popayán, que no cito para evitar la propaganda gratis, con el propósito de reclamar los remedios recetados por el médico.
La modernidad de la “botica” (como dicen las abuelas) consistía en la estrechez del lugar; atendida por un empleado de facciones paeces, una limpieza que dejaba ver el polvo encima de la pantalla LCD de un ordenador, un PC (para no repetir) y una cámara de televisión remota que incidía sobre la caja registradora. De pronto llegó un inmenso camión que traía nuevos pedidos de droga (farmacéutica, aclaro); el paez, con amabilidad fingida, dijo que tenía que recibir las encomiendas en el camión, por lo tanto suspendía la entrega de medicamentos y cerraba con llave de seguridad el local; que lo esperaran unos minutos afuera. Las primeras que protestaron fueron las chuchumecas:
-Señor, lo podemos esperar aquí adentro porque allá hay mucho sol.
-Qué pena señoras, pero tengo una cámara de control y debo cerrar por seguridad.
Las damas aceptaron a regañadientes el desaire de salir, mientras los caballeros atinaron a comentar:
-En este capitalismo desarrollado, que se llama neoliberalismo, todos somos ladrones mientras se demuestre lo contrario.
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