Joaquín Rebolledo era un animador solicitado para toda fiesta en Popayán a principios del siglo veinte. El maestro Valencia había organizado una francachela y requería de los servicios de Joaquín. Entonces envió a un paje para que lo llamara. El paje llegó, encontró la puerta de la casa entreabierta y vio a Joaquín, sentado de frente con los pantalones a la altura de los tobillos y encima de él a una dama, sentada de espaldas con toda la ropa puesta sobre un taburete.
-Don Joaquín, manda a decir Don Guillermo que si puede ir a la fiesta.
Rebolledo estiró la cabeza por encima del hombro de la dama y dijo:
-Decile a Guillermo que si no puedo, voy; y que si puedo, no voy.
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