lunes, 1 de marzo de 2010

¡Incrédulo!

Ahora se puede contar este episodio; en ese tiempo no, porque asediaba la tragedia. A finales de 1983, cuando terminamos de instalar los equipos de comunicación rural IRT-1500 de tecnología francesa, donados por el gobierno de Francia para paliar las consecuencias del terremoto de ese año que afectó a Popayán y el centro del Departamento del Cauca, llegó la ministra de comunicaciones para observar y agradecer esa donación. Nosotros consideramos que Piendamó (un municipio donde, hace décadas, se apareció una de las once mil vírgenes) era el centro de mostrar y hasta allí llegó la ministra, a instancias nuestras. Para observar las bondades del sistema de comunicaciones, le dijimos a la ministra que podía hacer una llamada a cualquier parte del país. Ella escogió a Cajibío (un pequeño municipio caucano que produce músicos por tandas) por los efectos devastadores que le había asestado el terremoto. Llamó a Cajibío y contestó Rodrigo, el jefe de oficina de Telecom; eran casi las once y media del medio día. Rodrigo, a punto de jubilación, nunca había recibido una llamada automática y menos de una persona importante.
-Telecom Cajibío, buenos días.
-Muy buenos días, le habla la ministra de comunicaciones. ¿Cómo está?
-Señorita, estoy muy ocupado para que me venga a mamar gallo. Vaya busque oficio. –Y colgó–.
Quienes estábamos al lado de la ministra oímos cuando dijo:
-De verdad, el señor estaba muy ocupado porque no me creyó. Me mandó a buscar oficio.

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