sábado, 27 de febrero de 2010

Nobleza obliga.

Una dama del siglo XVIII, muy dada a los placeres, le decía a un noble muy borracho:
-¿Creerás que en diez años que llevo de viuda, nunca he tenido ganas de volverme a casar?
-Te pasa lo que a mi –replicó el noble–, desde que bebo no tengo sed.

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