Danielito, venido de los lejanos pueblos del sur, llegó de súbito a estudiar Derecho en la Universidad del Cauca. Era un cambio abrupto pasar de la ingenuidad parroquial de su tierra a la viveza atropellada de la ciudad. Danielito, ya al final del primer semestre, sustentó un trabajo que mereció el aplauso general de sus compañeros; ellos aplaudían no tanto por la calidad del trabajo, sino porque todos creían que era mudo, y esa vez habló.
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