En pleno velorio por la muerte de la madre de Jorge Luis Borges, se acerca una señora y se dirige compungida, al hijo:
-¡Cómo lo siento, don Jorge Luis! Que haya partido su señora madre, es una pena muy grande. Tenía 99 años y sólo le faltó un año para llegar a los cien.
El maestro interrumpió su duelo para definir esa pena:
-Veo, estimada señora, que usted es muy devota del sistema decimal.
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