En Paletará, una empinada planicie de la cordillera central en el departamento del Cauca, con frailejón, ovejas, vacas y perros peludos, como corresponde a los páramos de más de tres mil metros de altura, Guillermo León Valencia, el presidente de Colombia entre 1962 y 1966, cazaba lo que le permitía su tiempo libre: patos.
A la cacería lo acompañaba su mayordomo, un indio cerrado por dentro y por fuera a todo asomo de progreso; para éste la radio no existía y los periódicos servían para envolver panela, cuando no había cincho. En este escenario, el indio mandón, de otros más indios, preguntó al patrón:
-Oiga doctor: Usted ya casi no viene por acá, como antes, a cazar patos y pescar trucha. ¿Ahora, qué es lo que hace?
-Pues yo ahora estoy muy ocupado, Gurrute, porque soy el presidente de Colombia.
-¡No me diga doctor! ¿Y cómo hizo p´a conseguirse esa coloca tan buena?
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