viernes, 14 de mayo de 2010

De candidato visionario, a presidente retardatario.

“Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, nos dijo alguna vez un político de quien prefiero olvidar su nombre.  Una cosa es aspirar al poder y otra, ejercerlo. Veamos un ejemplo, de los muchos que hay en la galería del absurdo que es la política colombiana, para comprobar que los discursos (y acciones) son diferentes de cuando se es opositor o candidato presidencial a cuando se es presidente.
Nosotros tuvimos un presidente que nos prometió que en su mandato seríamos el “Japón de Suramérica”; ya en el poder asumió “El mandato claro”, como eslogan; al final quedamos con una economía en ruinas. Lo dicen los documentos; aquí, tenemos unas breves referencias:

Aparte del discurso pronunciado por Alfonso López Michelsen –fuerte opositor al Frente Nacional–  en 1959 a los estudiantes de la Universidad Nacional:
“En Colombia, forzoso es reconocerlo, no se planeó en forma alguna la industrialización teniendo a la vista la realidad nacional, con problemas tales como el de que nuestra única fuente de ingresos en dólares acaba por ser el café, cuyas posibilidades de expansión están siempre limitadas por el volumen de la producción y los precios internacionales del grano. A la loca se formaron nuevas industrias gracias al subsidio que por muchos años consistió en que los dólares suministrados para ese objeto podían adquirirse al 2.50 a tiempo que los destinados a otras finalidades sólo podían obtenerse al cuatro, al cinco y hasta el siete.  Se fomentó de esta manera indiscriminadamente y sin ningún plan preconcebido la industrialización hasta llegar a la extraordinaria paradoja, para los que no entendían el fenómeno, de que el aparato industrial que se había montado con la teoría de que iba a servir para ahorrar divisas acabó por convertirse en el devorador más grande de las mismas, porque creaba de paso, en nuevos sectores, una insospechada capacidad de compra para artículos que no se producen en el país”.

Tomado del libro “Premonición sobre las horas actuales. La mascarada del frente nacional”, de Indalecio Liévano Aguirre. Primera edición 2007, pag. 101.


Texto escrito por Rogelio Villamizar Jaramillo en 1993, en su libro “Cómo nos gobiernan en Colombia”:
“Cuando a (Alfonso) López (Michelsen) le critican su benevolencia ante estas actividades (el contrabando y la exportación de marihuana) contesta en Valledupar que aquella gente es su amiga y así se da comienzo a una escalada contrabandista de incalculables proporciones, la cual continuó ensanchándose y tomando por los más variados caminos hasta llevarnos a las consecuencias que hoy vivimos.  Por lo demás su papel frente a la producción fue negativo.  No vaciló en crear el primer impuesto a las ventas a la topa tolondra al gravar toda la importación de materias primas con el 15% y absurdamente el 6% para el producto terminado que se importara.  Hace su propia apertura al frente del Incomex un economista que se dedica a liberar y liberar las posiciones de arancel, sin ninguna orientación definida, sin ninguna técnica porque ni siquiera lo hacía por sectores sino por páginas, en un acto de increíble irresponsabilidad que convirtió la vida de la producción en un caos. El productor pagaba por materia prima el 15% más un promedio del 45% por arancel, pero el producto terminado, importado normalmente de Taiwan o Hong Kong, sólo pagaba el 6% por IVA y 10% de arancel.  Destruyó en el orden de 750 empresas de todos los tamaños y acabó con la economía del país”.

Tomado del libro “Como nos gobiernan en Colombia” de Rogelio Villamizar Jaramillo. Tercera edición 1993, pag. 132.

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