Una señora, entrada en años, visita al médico.
-A ver, señora, dígame, ¿qué se le ofrece?
-Pues vea doctor, creo que mi marido ha entrado en la impotencia.
El doctor no puede reprimir una sonrisa.
-Pero señora, ¿cuántos años tiene usted?
-Tengo ochenta y tres.
-¿Y su marido?
-Ochenta y cinco.
El doctor pasó de la simpatía a la sorpresa:
-No puede ser, señora, ¿hace cuánto empezó a notar que su marido estaba volviéndose impotente?
-Anoche, doctor. Pero lo preocupante es que volvió a notarse esta mañana.
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