Este mayo de 2010, en visita desagradable a Cartagena –donde, seguro, desarmaron al ejército colombiano para anular sus armas por protección al gringo– el supremo jefe del comando sur de los Estados Unidos se vino con unas declaraciones arrogantes, como corresponde a un alfil del imperio. Esas declaraciones decían que Estados Unidos no teme por ataques militares de los países latinoamericanos; que se pretende acabar con el narcotráfico y el terrorismo.
Cabría preguntarse varias cosas y responderlas ahí mismo:
1. ¿Qué país de Latinoamérica va a atacar a Estados Unidos?
Ninguno. Acá seremos pobres pero no idiotas.
2. ¿Por qué razón un país, en inferioridad de condiciones, va a atacar a Estados Unidos?
Por ninguna. Los soldados suicidas los produce Japón y ahora –por necesidad bélica– Irak y Afganistán.
3. ¿Por qué Estados Unidos tiene un ejército descomunal, si no va a ser atacado?
Es la razón existencial del imperio someter a la fuerza a los países que se aparten del camino político impuesto por ese imperio. Ya lo demostró en Chile, en forma directa, y recientemente en Honduras, en forma subrepticia. En otras palabras: Los países del patio trasero deben permanecer arrodillados, explotados y subyugados, caso contrario serán sometidos por las armas.
4. ¿Por qué habla de acabar con el narcotráfico?
Es el pretexto. Pretexto creado por ese imperio que actúa en doble vía: se beneficia de la economía ilegal, que él mismo ha ilegalizado para su provecho, y le facilita la intervención directa en los países cómplices –o no–, a quienes puede sindicar, en cualquier oportunidad política, de narco estados.
5. ¿Por qué habla de acabar con el terrorismo?
El imperio no quiere competencia. Además, cuando un país busca su propio destino político y de desarrollo, es atacado por ese imperio y, si se defiende, lo rotula de terrorista. El imperio, como poder supremo, se arroga la facultad de calificar quién es objetivo de su ayuda o de sus bombas, quien es bueno y quién es malo. Crea sus propios enemigos y propicia su destrucción, generalmente persiguiendo objetivos económicos o políticos que lo mantengan vigente como potencia
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