sábado, 16 de enero de 2010

Crítica literaria

En la pasada 22 Feria Internacional del Libro de Bogotá se hizo una conversación pública entre algunos escritores mejicanos. De ese conversatorio, es saludable rescatar unas ideas que cruzaron el salón repleto de curiosos, donde se observa la contundente acción de la crítica. Cristopher Domínguez es el crítico literario, quien expuso estas reflexiones preliminares:

Los críticos no recomendamos. Expresamos nuestra opinión sobre las obras que leemos.
Los críticos escribimos por encargo y estamos sujetos a escribir rápido, con la velocidad del periódico; a escribir limitados por el espacio. Por eso tengo mi blog en Internet donde mis ensayos están completos, como no lo están en los diarios.

Ignacio Padilla, novelista, en un momento de la charla contó una anécdota donde refería que había enviado un manuscrito a una editorial y se olvidó de él. Pasados dos años, un amigo lo felicitó por su novela. Padilla se sorprendió y le preguntó ¿cómo supiste de mi novela? El amigo respondió que la había adquirido en un puesto de revistas donde estaba exhibida hacía tres meses.
A esto comentó Christopher Domínguez: Los escritores que envían sus manuscritos a las editoriales y no saben cuándo los publican, me parecen malos padres. Un buen padre sabe dónde están sus hijos en todo momento.

Con acento pueril, que alguna vez alcanzaba el ridículo, Xavier Velasco, también novelista, dijo que él tenía por costumbre leer en voz alta sus escritos para tratar de encontrar algunas deficiencias en el tono.
Christopher lo arrinconó: Que un escritor lea en voz alta lo que ha escrito me parece detestable. No soportaría escuchar mis propios errores.

Todos los escritores manifestaron que sus lecturas eran espontáneas. Que empezar un libro era una aventura y así lo asumían.
Christopher les corrigió: No creo en la lectura inocente. Si voy a leer, debo tener una breve indicación de lo que se trata; escojo mis lecturas.

Los autores mejicanos dijeron que habían sido influenciados por otros escritores. La mayoría destacaron (tal vez por encontrarse espléndidamente atendidos en Colombia) que Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis fueron una saludable influencia.
A esto comentó Christopher: Todos los escritores son influenciados por sus lecturas y algunos imitan a sus escritores favoritos. Cuando alcanzan esa “voz interior” empiezan a escribir bien, se vuelven originales en su estilo.
Finalmente, Christopher Domínguez puntualizó: Los escritores deberían ser más latinoamericanos en su literatura de suerte que lo que se escribe en Buenos Aires sea interesante para un lector de Bogotá, por ejemplo.
De algo estoy seguro: no pasaré a la posteridad como escritor creativo.

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