De José Dolores Ramos, a quien apodaban “Catecismo”, abundan anécdotas graciosas que se repiten en cada tertulia; una de ellas se refiere a su condición de bebedor empedernido:
Transitaba José Dolores por las calles payanesas adornadas con el boato de los años cincuenta y, preciso, pasó por la residencia de un acaudalado patricio. Este, al ver a “Catecismo” algo cabizbajo le dijo, extendiéndole un billete de a peso (cosa rara en el patricio):
-Toma, “Cate”, pero eso sí, no te lo vas a beber en aguardiente.
-No señor, le aseguro que esto lo invierto en ganadería.
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