Los duques son así. Uno de estos bajó de su mansión castillesca al pueblo cercano y en su recorrido encontró a un joven de extraordinario parecido con él. El duque sorprendido por verse reflejado en el joven como en un espejo, le preguntó hiriente:
-¿De casualidad, su madre no ha trabajado en el castillo?
-No, su excelencia. Pero le aseguro que mi padre, sí.
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