jueves, 17 de septiembre de 2009

Tango

¿Que el tango es trágico? Ché, papusa, oí. ¿Que el tango es triste? Pianta de aquí. ¿Que el tango es romántico? Enfundá la mandolina. Con el tango los sentimientos se cantan y se bailan; las historias latinas alcanzan las alturas del arte, las emociones son epopeyas diarias, las tragedias son teatro humano de todos los humanos y el amor fluye, con los tropiezos que lo acrecientan.

La forma de sentir y percibir la vida, cambia con los pueblos latinoamericanos, pero la vida es la misma. Por eso nos identificamos en la música, en el arte, en la literatura; por eso las formas cambian, pero el vivir es el mismo. De ahí que nos doblegue un bolero, nos embriaguemos con una ranchera, bailemos con una salsa, un son o un vallenato y estiremos nuestra elegancia con un tango. Sin ser argentinos, nos confundimos con la tragedia, la tristeza y el romance que transitan por el tango.

Tenemos algo en común: somos latinos.

Lo dijo Cristopher Domínguez, crítico literario de México en la 22 Feria Internacional del Libro de Bogotá: Los escritores de nuestra América deberían ser más latinoamericanos en su literatura. Hoy las posibilidades son muy amplias de hacer nuestro, el arte de cualquier rincón de América, que cautive a los latinos.

Demos paso al tango. Mientras suena la música, veamos cómo opera la nostalgia del amor y la insensatez del desamor en versos cargados de tristes

Remembranzas

Letra: Mario Batistella

Música: Mario Melfi

Como son largas las semanas

cuando no estás cerca de mi,

no sé que fuerzas sobrehumanas

me dan valor lejos de ti.

Muerta la luz de mí esperanza

soy como un náufrago en el mar

sé que me pierdo en lontananza

mas no me puedo resignar.

¡Ay! Que triste es recordar

después de tanto amar,

esa dicha que pasó,

flor de una ilusión

nuestra pasión

se marchitó.

¡Ay! Olvida mi desdén

retorna dulce bien,

a nuestro amor,

y volverá a florecer

nuestro querer

como aquella flor.

Tanto el hombre como la mujer ansían un amor y cuando éste se encuentra, no hay dicha mayor; viene la etapa del ensueño mientras se alcanza la posesión. Todo esto lo expresa el poeta en palabras sencillas, en ilusiones cantadas, cuando llegue

El día que me quieras

Letra: Alfredo Lepera

Música: Carlos Gardel

Acaricia mi ensueño

el suave murmullo de tu suspirar,

cómo ríe la vida

si tus ojos negros me quieren mirar;

y es mío el amparo

de tu risa leve, que es como un cantar…

ella aquieta mi herida,

todo, todo se olvida…

El día que me quieras

la rosa que engalana

se vestirá de fiesta

con su mejor color.

Al viento las campanas

dirán que ya eres mía,

y locas las fontanas

se contarán su amor.

La noche que me quieras

desde el azul del cielo

las estrellas celosas

nos mirarán pasar,

y un rayo misterioso

hará nido en tu pelo,

luciérnaga curiosa

que verá que es mi consuelo.

El día que me quieras

no habrá mas que armonías,

será clara la aurora

y alegre el manantial,

traerá quieta la brisa

rumor de melodías

y nos dirán las fuentes

su canto de cristal.

El día que me quieras

endulzará sus cuerdas

el pájaro cantor

florecerá la vida

no existirá el dolor.

Enrique Santos Discépolo, es considerado el poeta del tango por esa aproximación que tiene del drama humano que expresa el tango. Pero Santos Discépolo se refiere al trajinar del hombre en su camino de progreso y sabe que no es un sendero abierto, que todo logro implica lucha y esfuerzo. Antes que drama, Santos Discépolo, describe el esfuerzo individual contra una sociedad amarrada por prejuicios y traiciones, engaños y rechazos, exclusiones y perversiones.

Ante la imposibilidad de cambiar a la sociedad, el hombre individual debe dejarse engullir por ella.

Uno

Letra: Enrique Santos Discépolo

Música: Mariano Mores

Uno busca lleno de esperanzas

el camino que los sueños

prometieron a sus ansias.

Sabe que la lucha es cruel y es mucha,

pero lucha y se desangra

por la fe que lo empecina.

Uno va arrastrándose entre espinas,

Y en su afán de dar su amor

Sufre y se destroza, hasta entender

que uno se ha quedao sin corazón.

Precio de castigo que uno entrega

Por un beso que no llega

o un amor que lo engañó;

vacío ya de amar y de llorar

tanta traición…

Si yo tuviera el corazón,

el corazón que dí;

si yo pudiera como ayer,

querer sin presentir…

Es posible que a tus ojos,

que hoy me gritan su cariño,

los cerrara con mis besos

sin pensar que eran como esos

otros ojos los perversos,

los que hundieron mi vivir…

Si yo tuviera el corazón,

el mismo que perdí;

si olvidara a la que ayer

lo destrozó y pudiera amarte…

Me abrazaría a tu ilusión

para llorar tu amor…

En el escalón de los ochenta años, Jorge Luís Borges dijo: “Yo, de chico, he visto bailar con corte a dos hombres, en las esquinas. Porque ninguna mujer iba a bailar eso que era un baile infame.” Te equivocaste, ché Borges; a eso te reprocho con una frase de alguien, que sabía qué era el tango y qué era el baile; dijo de él: “El tango es una forma elegante de caminar.”

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