¿Que el tango es trágico? Ché, papusa, oí. ¿Que el tango es triste? Pianta de aquí. ¿Que el tango es romántico? Enfundá la mandolina. Con el tango los sentimientos se cantan y se bailan; las historias latinas alcanzan las alturas del arte, las emociones son epopeyas diarias, las tragedias son teatro humano de todos los humanos y el amor fluye, con los tropiezos que lo acrecientan.
La forma de sentir y percibir la vida, cambia con los pueblos latinoamericanos, pero la vida es la misma. Por eso nos identificamos en la música, en el arte, en la literatura; por eso las formas cambian, pero el vivir es el mismo. De ahí que nos doblegue un bolero, nos embriaguemos con una ranchera, bailemos con una salsa, un son o un vallenato y estiremos nuestra elegancia con un tango. Sin ser argentinos, nos confundimos con la tragedia, la tristeza y el romance que transitan por el tango.
Tenemos algo en común: somos latinos.
Lo dijo Cristopher Domínguez, crítico literario de México en la 22 Feria Internacional del Libro de Bogotá: Los escritores de nuestra América deberían ser más latinoamericanos en su literatura. Hoy las posibilidades son muy amplias de hacer nuestro, el arte de cualquier rincón de América, que cautive a los latinos.
Demos paso al tango. Mientras suena la música, veamos cómo opera la nostalgia del amor y la insensatez del desamor en versos cargados de tristes
Remembranzas
Letra: Mario Batistella
Música: Mario Melfi
Como son largas las semanas
cuando no estás cerca de mi,
no sé que fuerzas sobrehumanas
me dan valor lejos de ti.
Muerta la luz de mí esperanza
soy como un náufrago en el mar
sé que me pierdo en lontananza
mas no me puedo resignar.
¡Ay! Que triste es recordar
después de tanto amar,
esa dicha que pasó,
flor de una ilusión
nuestra pasión
se marchitó.
¡Ay! Olvida mi desdén
retorna dulce bien,
a nuestro amor,
y volverá a florecer
nuestro querer
como aquella flor.
Tanto el hombre como la mujer ansían un amor y cuando éste se encuentra, no hay dicha mayor; viene la etapa del ensueño mientras se alcanza la posesión. Todo esto lo expresa el poeta en palabras sencillas, en ilusiones cantadas, cuando llegue
El día que me quieras
Letra: Alfredo Lepera
Música: Carlos Gardel
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar,
cómo ríe la vida
si tus ojos negros me quieren mirar;
y es mío el amparo
de tu risa leve, que es como un cantar…
ella aquieta mi herida,
todo, todo se olvida…
El día que me quieras
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color.
Al viento las campanas
dirán que ya eres mía,
y locas las fontanas
se contarán su amor.
La noche que me quieras
desde el azul del cielo
las estrellas celosas
nos mirarán pasar,
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá que es mi consuelo.
El día que me quieras
no habrá mas que armonías,
será clara la aurora
y alegre el manantial,
traerá quieta la brisa
rumor de melodías
y nos dirán las fuentes
su canto de cristal.
El día que me quieras
endulzará sus cuerdas
el pájaro cantor
florecerá la vida
no existirá el dolor.
Enrique Santos Discépolo, es considerado el poeta del tango por esa aproximación que tiene del drama humano que expresa el tango. Pero Santos Discépolo se refiere al trajinar del hombre en su camino de progreso y sabe que no es un sendero abierto, que todo logro implica lucha y esfuerzo. Antes que drama, Santos Discépolo, describe el esfuerzo individual contra una sociedad amarrada por prejuicios y traiciones, engaños y rechazos, exclusiones y perversiones.
Ante la imposibilidad de cambiar a la sociedad, el hombre individual debe dejarse engullir por ella.
Uno
Letra: Enrique Santos Discépolo
Música: Mariano Mores
Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias.
Sabe que la lucha es cruel y es mucha,
pero lucha y se desangra
por la fe que lo empecina.
Uno va arrastrándose entre espinas,
Y en su afán de dar su amor
Sufre y se destroza, hasta entender
que uno se ha quedao sin corazón.
Precio de castigo que uno entrega
Por un beso que no llega
o un amor que lo engañó;
vacío ya de amar y de llorar
tanta traición…
Si yo tuviera el corazón,
el corazón que dí;
si yo pudiera como ayer,
querer sin presentir…
Es posible que a tus ojos,
que hoy me gritan su cariño,
los cerrara con mis besos
sin pensar que eran como esos
otros ojos los perversos,
los que hundieron mi vivir…
Si yo tuviera el corazón,
el mismo que perdí;
si olvidara a la que ayer
lo destrozó y pudiera amarte…
Me abrazaría a tu ilusión
para llorar tu amor…
En el escalón de los ochenta años, Jorge Luís Borges dijo: “Yo, de chico, he visto bailar con corte a dos hombres, en las esquinas. Porque ninguna mujer iba a bailar eso que era un baile infame.” Te equivocaste, ché Borges; a eso te reprocho con una frase de alguien, que sabía qué era el tango y qué era el baile; dijo de él: “El tango es una forma elegante de caminar.”
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