miércoles, 30 de septiembre de 2009

P’a que vea



Para que vean que todo lo moderno no es bueno.  En Medellín se nos enfermó “El indio” -así le decimos a mi hermano acanelado que parece inca nacido en Tóez- de un ojo.  Lo tenía rojo y no veía ni el Metro.  Buscamos un remedio que se llama Garasone, gotas, en la primera farmacia que encontramos, moderna, limpia y con unos diligentes empleados.

-Señor, ¿tiene Garasone en gotas?

-Ya le digo.

El empleado fue hacia un aparato que se llama ordenador; tecleó el nombre, el código y no sé qué otras vainas, y se demoró porque no aparecía la respuesta.  Volvió hacia nosotros y nos preguntó:

-¿Seguro que el remedio que buscan se llama así?

-Sí.  Se llama Garasone.

-¡Ah!  Yo lo busqué como Pasarone.

Volvió a enfrentarse al ordenador, que en esta oportunidad le respondió.

-Sí, lo tenemos.

-¿Cuánto vale?

El diligente empleado otra vez tecleó el nombre, el código y no sé qué otras vainas, y le preguntó al ordenador el precio.

-Es “cariñosito”, vale treinta y ocho mil pesos.

-Gracias, señor.

Nos pareció caro y buscamos otra farmacia; dimos con una por los lados de Carabobo atestada de remedios, modesta, con dos empleados, medio oscura, que no tenía ordenador.

-Señor, ¿tiene Garasone en gotas?

De inmediato el dependiente respondió dirigiéndose al sitio donde estaba el medicamento:

-Sí, lo tenemos, vale treinta y dos mil pesos.

Nos lo mostró, lo compramos y le echamos las primeras gotas a “El indio”, que dijo descansado:

-Me refrescó, ya veo mejor.

No hay comentarios: