Alberto era un conductor del antiguo Servicio de Salud del Cauca, quien se desplazaba por toda la geografía departamental, transportando médicos visitadores y personal de campañas de salud. En uno de estos viajes, después de quince días de ausencia, llegó a las siete de la noche y encontró que había un velorio en su casa.
Palideció, pensando lo peor: ¡Se murió mi mamá! ¡Se murió mi papá! Con angustia penetró hasta la sala donde estaba el féretro y, al frente, de pie, estaban su papá y su mamá.
-¡Papá! ¡Por Dios!, ¿qué pasó?
-¡Qui`hubo mijo! No, es que el vecino de enfrente se murió y sus familiares nos pidieron permiso para velarlo aquí, porque allá no cabían.
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