No se trata de la nostalgia del viejo por los tiempos idos, pero tal parece que este país, Colombia, no es el nuestro.
Si abrimos la prensa diaria, si vemos la televisión, si oímos la radio, nos encontramos con que los protagonistas son militares, policías, delincuentes; a veces aparecen políticos agitados camino a la cárcel; en otras, modelos de cine que, al igual que los futbolistas, es mejor que no hablen y en el más recóndito rincón, se insinúa borroso un artista plástico o un escritor, a quien generalmente no dejan hablar mucho, porque se baja el “reitin”. Es decir, parece que habitamos un país en guerra, o descuadernado, donde no hay espacio para las bellas artes
Algo le está pasando a nuestro país cuando, para escuchar música colombiana en la radio, vamos que tener que traducirla al inglés. Todos los días, indefectiblemente, la radio nos quiere meter el cuento de que es una belleza de canción esa que canta un tipo de nombre enrevesado, que la locutora pronuncia tan impecable que quedamos en las mismas, con el título más raro aún, en un inglés tan puro que no se entiende nada. Si en la radio ya no se escucha la música colombiana, es porque nos quitaron el país.
De la televisión ni se diga. Es un apéndice del poder de turno que no admite controversia. La televisión dice rechazar la violencia, pero nos atiborra de series gringas donde el matón es un gringo negro de la CIA, donde los muertos ocurren por montones para defender la libertad gringa. Todo es gringo. Los dramas europeos y las historias de amor clásicas no tienen cabida.
La prensa escrita se volvió frívola. Cuando, por accidente, surge un pensador colombiano con un punto de vista novedoso sobre el acontecer nacional, se destaca en la última página, lado izquierdo donde no la lee nadie. Pero si esa misma opinión la emite cualquier extranjero con nombre inglés, merece los titulares de la primera página. Antes lo llamaban, a ese gringo, sumo sacerdote o zar, ahora lo llaman “gurú” de cualquier cosa. Una traviesa barbaridad que se le ocurra a ese inglés, es una posición respetable; pero una novedad conceptual de un intelectual colombiano es tildada de grosera, impertinente, cuando no reducida a peyorativa. Según nuestra prensa nacional, los colombianos no pensamos o, peor, no existimos.
Nos quitaron a nuestro país y no queremos darnos cuenta.
Hasta en los centros comerciales nos muestran un aviso grande que dice SALE, que para nosotros significa acción de salir pero para los nuevos vendedores quiere decir venta. Si seguimos así, si lo permitimos, cualquier día nos van a expulsar de nuestro terruño por estar de ilegales en un país que habla otro idioma que no entendemos, que se volvió civilizado en medio de la pobreza.
2 comentarios:
hablando de SALE, me acuerdo de una amiga paisa que vive en estados unidos y que recibió la visita de su mamá. la señora sabía muy poco inglés. mi amiga llevó a su madre a un centro comercial un día y le dijo: mamá, tengo que ir a hacer unas diligencias. usted mientras tanto puede hacer compras, si quiere. recuerde que cuando vea un aviso que dice SALE, entre!
un patojo en atlanta.
Gracias por leer y gracias por su comentario.
Saludos y bienestar.
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