domingo, 24 de abril de 2011

Jorge Flórez Calvo

En una de las veces del siglo pasado, cuando transmitíamos un concierto del Festival de Música Religiosa de Popayán, se acercó una dama europea a nuestra banca del templo de la Encarnación para acompañarnos y decirnos que ella, en Europa, no había visto que los conciertos de música se emitieran por la radio con tal grado de conocimiento y buen gusto. Claro, el conocimiento y el buen gusto eran de Jorge Flórez Calvo.

Fueron largos los años de festival que coincidimos, Jorge y yo, en las sesiones de música sinfónica y de cámara, desde aquel memorable Concierto de Aranjuez con la Orquesta Sinfónica de Colombia y el mejor guitarrista de ese entonces, Gentil Montaña, en el Teatro Municipal, en la década de los setenta, hasta el último, el Réquiem de Mozart, hace pocos años, también con la Orquesta Sinfónica de Colombia y el Coro de Cámara de Popayán.  Durante esas coincidencias y de la mano de Jorge Flórez Calvo tuvimos el privilegio de conocer la historia del arte musical, de saber escuchar la música sinfónica. Fue una cátedra artística que duró cerca de treinta años.  Siempre me aseguró que en el primer balcón del Teatro Municipal, a mano derecha, era donde mejor se oían los violines. Cuando dejamos de transmitir música para la radio, seguimos apareciendo en ese balcón como espectadores añejos. Eran deliciosas las tertulias que hacíamos antes de un concierto y en el intermedio, que inducían al silencio en nuestros compañeros de palco.

Pero Jorge Flórez Calvo fue, además, un gestor cultural incomparable. Fue, entre sus múltiples facetas, quien promovió y sostuvo el Encuentro Nacional de Tríos, donde tuvimos la oportunidad de escuchar a los mejores músicos del género del país.  Los tríos payaneses, de bluyín y camiseta, fueron elevados a la categoría de corbatín y smoking, al codearse con los consagrados tríos nacionales. Todavía hoy nos hace falta al promotor de cultura con esas virtudes. Todavía hoy nos hace falta ese carácter de papá bravo, que en pleno auditorio de la Facultad de Medicina, nos regañaba por una botella de aguardiente que rodaba ya vacía. Alguna vez me dijo: “Yo no puedo entender que tengan que embriagarse con alcohol cuando la música es embriagadora”.

Fue un ciudadano de mundo, con nacionalidad de español y habladito patojo, que le gustaban los viajes tanto como una deliciosa sinfonía de Tchaickovsky.  Fue en uno de esos viajes que no quiso regresar y por eso lo extrañamos. Su figura altiva se insinuaba de buena estatura por lo delgada; gesticulaba nervioso con el cuerpo para hablar; improvisábamos tertulias por cinco minutos y luego desaparecía con una recomendación: “Te veré en el concierto del jueves santo”.

Los conciertos del Festival de Música en Semana Santa ya no son lo mismo ante la ausencia definitiva de Jorge Flórez Calvo. Entramos al teatro con un mutismo profundo y salimos igual; falta ese maestro que hacía interesante un compositor desconocido del siglo XVII y más interesante todavía a un cuarteto de música de cámara de la antigua Yugoeslavia. Seguimos sus consejos para apreciar la música sinfónica, seguimos asistiendo a los conciertos, pero… ¡qué vacío tan grande se siente en el primer balcón, mano derecha, del Teatro Municipal de Popayán, sin Jorge Flórez Calvo! 

5 comentarios:

Jorge Eduardo Polanco Florez dijo...

Con inmensa satisfacción y sorpresa he encontrado este bello comentario sobre mi tío Jorge Flórez Calvo a quien aprecie profundamente y con quien también compartí muchas veces ese palco de la derecha en el Teatro Municipal de Popayan, embriagados por la música de algún concierto en una de las tantas Semanas Santas.

Comparto en mi recuerdo la soledad que se siente al entrar al teatro y encontrar ese palco vacío; desde entonces, los conciertos no tienen el mismo brillo de su violín ahora silenciado.

Cordialmente,

Jorge Eduardo Polanco Flórez

Unknown dijo...

Jorge Florez Calvo, mi profe.
Su cátedra de música en el Real Colegio San Francisco de Asís.
Después en el colegio Ulloa. Le debo a él llegar a donde llegué.
Hoy lo recuerdo. Y me invade la tristeza. Debí algún día ir a verlo y decirle: Fue Usted una lección para toda mi vida. Gracias
Dios lo tiene en el sitio que le corresponde, el que él conquistó con su bondad y su talento.

omar enrique sandoval holguin

Jorge Alberto Flórez dijo...

Mi papá, fantastico ser. Punto inicial y final de todo, sus conceptos, comentarios, conocimientos, infinitos como él.

Unknown dijo...

Querido Omar, aunque no lo conozco le agradezco de ❤️ esas sentidas palabras y reconocimiento a mi padre, estoy segura, que él donde quiera que esté, las recibe con mucho cariño y las agradece con el alma!. Un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

Querido Jorge E. muchísimas gracias por compartir este lindo homenaje y reconocimiento a papá. Un abrazo lleno de cariño.