Fungía entonces como Decano de la Facultad de Derecho, de la Universidad del Cauca, el distinguido abogado Jorge Illera Fernández quien detestaba que los profesores fumaran en clase hasta el punto de prohibirlo drásticamente. Sin embargo, no podía faltar el vicio elevado a virtud por la eminencia jurídica del catedrático Álvaro Simmonds Pardo quien fumaba en sus clases sin prevención alguna.
Accidentalmente pasó el Decano frente al aula, de donde salía una cómplice humareda, y se encontró con la agitada, delgada y colorada figura del doctor en derecho penal.
- Doctor Simmonds, ¿qué hacemos con sus cenizas?
Con la naturalidad que da el derecho conquistado, respondió:
-Que las lleven al Panteón de los Próceres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario