Una vez la doctora Gema concluyó su periplo de abogada,
secretaria de la gobernación y representante a una de las cámaras del poder
legislativo, llegó a su tierra natal donde su señora madre todavía cocinaba con
leña.
En una reunión improvisada en el parque, al frente de
su casa materna, confluyeron amigos del directorio político, colegas del
tribunal superior y algunos profesionales de la universidad, entonces salió la
matrona a advertirle a Gema que había mucha candela en la hornilla para
preparar el chocolate.
Gema, para quedar ante el selecto público como
ciudadana de la capital, le ordenó:
-Mamá, ponga la estufa en bajo.
Pero la matrona la desnudó en su pretensión:
-Entonces, ¿cuántos tizones le quito?
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