miércoles, 27 de marzo de 2013

Colombia, país que no aprende de sus errores


Cuando se realizó la Conferencia de Río en 2009, con todos los presidentes de América Latina, el presidente Álvaro Uribe Vélez dijo que desde 1952 existía un convenio con el gobierno de Estados Unidos para que el ejército de ese país asesorara al de Colombia en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, firmado por el entonces presidente Laureano Gómez.

A propósito de esta afirmación, el presidente del Brasil, Luis Ignacio Lula D´Silva, hizo una observación al mandatario colombiano: No le parece, señor presidente, que si en tantos años esa estrategia no ha dado resultado, ¿debería cambiarse?

El silencio de Uribe le otorgó la razón al presidente brasileño.

Así son los gobernantes en Colombia, repiten y reiteran los errores para declarar a sus gobernados que su estrategia va a resolver los problemas de la comunidad. Pero los problemas no sólo  continúan, sino que se multiplican y agravan.

Durante años se ha planteado por eminencias políticas, que el ejército no debe usarse para la lucha contra el narcotráfico porque puede permearse por la delincuencia y terminar siendo un elemento más de esa criminalidad. Es lo que ha sucedido en Colombia y México.

También se pretende acabar con una creciente criminalidad aumentando el pie de fuerza de la Policía y construyendo más cárceles y aumentando las penas. Así nunca se acabará porque se están atacando las consecuencias de una política y no se están resolviendo las causas. Los llamados éxitos contra la delincuencia, tales como la captura, o baja, de jefes, fuera de ser efímeros no resuelven de raíz el problema.

Sería conveniente que los llamados sectores de opinión se hicieran –he hicieran a la opinión pública–, un balance de doscientos años de vida republicana y con toda seguridad establecerían que nuestros problemas son derivados de nuestros vicios políticos, que construyeron mal este país, que han impedido un desarrollo justo de nuestra sociedad. Existen delincuentes políticos porque se les ha cerrado las puertas, en forma violenta y excluyente, a la deliberación e implantación de ideas que beneficien a una comunidad y no a unas élites; muchas veces utilizando agentes y posiciones criminales. Existen delincuentes, llamados comunes, porque se les ha impedido tener un grado de bienestar digno, se les ha negado la educación y las oportunidades de realización. Existen grandes delincuentes porque el sistema político permite que haya explotación legal contra la población más débil. Existe esta población más débil porque se le ha condenado a la miseria sin solución. Existe miseria, caldo de cultivo de todas las delincuencias, porque en nuestro sistema político, éste sostiene a quienes detentan el poder y el capital, en detrimento de grandes sectores de la población para quienes, cualquier brote de rebeldía es conjurado con el ejército y la policía y organismos de seguridad para estatales. El bienestar de un nuevo rico es la miseria –o la muerte– de muchos pobres.     

Si nuestro sistema político tuviera claramente establecidos –y protegidos–, sin ambigüedades, los derechos fundamentales del ser humano que compone la sociedad, tales como el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a la recreación, al bienestar, garantizados por el Estado, no habría razón para luchar por ellos, no habría razón para  acudir a la delincuencia para obtenerlos, no habría defensores de derechos de ningún tipo, ni enemigos de esos defensores.

Ahí está la causa de nuestros males: Nuestro sistema político es obtuso, ampara una sociedad mal construida, una sociedad desigual, injusta.

Es hora de construir Nación, entre todos, sin exclusiones.

Mientras esta transformación no se haga –cambiar el actual sistema político–, seguiremos viendo estrategias fallidas para corregir lo que no se quiere corregir.

martes, 26 de marzo de 2013

La escultura es fácil


Preguntado Miguel Ángel, el artista florentino, cómo hacía para esculpir un caballo tan perfecto, respondió con una expresión digna de su genio:

-Se toma un gran trozo de mármol de Carrara, se quita pacientemente todo lo que no sea caballo y al final queda el caballo.

sábado, 23 de marzo de 2013

Cartagena, belleza en peligro



Voy a hacer una crítica que va a incomodar a los amigos costeños del Caribe, pero hay que hacerla porque en manos de ellos están las joyas naturales e históricas que se deben preservar por el bien de nuestro país.

En las nefastas épocas de Belisario Betancourt (1982-1986), el ministro Hugo Escobar Sierra, abogado costeño, impulsó y se construyó el tramo de carretera Barranquilla – Santa Marta que antes rodeaba la ciénaga por lo que era más largo el viaje. Contra toda recomendación de biólogos, incipientes ecólogos y pescadores de la región, el arrogante ministro salió por la televisión a defender el progreso descalificando a esas personas de ignorantes, que ni profesionales eran, que se oponían a un gran avance de la técnica. 

El reclamo de esos ciudadanos humildes, no amparados por organizaciones como hoy se hace, era simple: se puede construir la carretera sin bloquear la intercomunicación que hay entre el mar y la ciénaga, lo que pondría en riesgo de extinción a los organismos vivos que allí habitaban. El ministro, contra toda recomendación impulsó la construcción como estaba proyectada; desconoció que todos los seres vivos son objeto de Derecho y la carretera se hizo.

Hoy, los colombianos podemos ver un tramo de casi treinta kilómetros de carretera donde no hay vida: desaparecieron los manglares, se extinguieron los camarones, los cangrejos y los peces. Los pescadores cambiaron de actividad y el paisaje es digno de una postal lunar. ¡Qué gran progreso éste que sacrifica la vida para ahorrarse veinte minutos de viaje! Si se hubiera atendido las sugerencias, hoy tendríamos carretera y vida: se hubieran utilizado técnicas de construcción sobre aguas semi–profundas, un poco más costosas, que hubieran sido muy baratas para preservar la vida y el paisaje.


En Cartagena, en pleno año 2013, vemos el fin inexorable del Corralito de Piedra, la ciudad antigua que hay que preservar para el disfrute de nuevas generaciones.

Los enemigos de la ciudad vieja son los vehículos de combustión, el comercio depredador que ha perforado las murallas para vender chucherías y hasta para cobrar por una actividad biológica que en otras ciudades es gratuita.
Me produjo absoluta tristeza mirar una bella ciudad, rodeada de murallas, que debería conservar el encanto del siglo XVIII, asediada por el ruido de motos y carros de baja y alta gama, que impide caminarla con soltura.

Las autoridades municipales y su clase dirigente están a tiempo de corregir un crimen turístico que terminaría con lo valioso de Cartagena.

Debería emitirse una Ley (y hacerla cumplir) que prohíba el uso de vehículos de combustión en la ciudad antigua. Debería prohibirse el comercio grosero del menudeo dentro de la ciudad amurallada. Estas dos prácticas modernas se pueden ejecutar fuera de la ciudad antigua. Se debe estimular el uso de Victorias y Carrozas de tracción caballar como se acostumbraba en siglos amables.

Si se hace esto, recuperaríamos la belleza caribeña de Cartagena como ciudad histórica y turística. De lo contrario, nadie querrá ir a un lugar donde los desajustes modernos impiden ver y disfrutar la magia del pasado esplendor; nos quedaríamos con las playas atiborradas de vendedores de inutilidades.

miércoles, 20 de marzo de 2013

La momia que corre


En la esquina de la torre del reloj de Popayán, Colombia, se hacía un artista que dominaba el movimiento corporal disfrazado de momia, con la intención de conseguir unos pesos del público que admiraba su talento de estatua viva.

Había transcurrido media mañana, cuando un gamín, se alzó con la alcancía de los aportes y salió a correr. De inmediato la momia recuperó el movimiento y en veloz carrera, alcanzó al pelafustán y recuperó el producto de su esfuerzo.

Esa vez, las gentes no lo podían creer: Existía una momia que corría más rápido que un pequeño ladrón. 

viernes, 15 de marzo de 2013

Francisco I


Se ha elegido un nuevo Papa en la iglesia católica. Dice llamarse Francisco I.

Desde épocas inmemoriales la Iglesia ha ejercido un poder político y ha estado del lado de los poderosos. Ese poder continúa y lo han aprovechado –y lo siguen aprovechando– las potencias imperiales. Sucedió al elegir a un Papa polaco que reversó a Polonia como un Estado proclive a los dictados del gran capitalismo.

El nuevo Papa, elegido por los más de treinta cardenales norteamericanos y otros tantos europeos, va a emprender la misión de abortar la tendencia política hacia el socialismo en América Latina. Ya vemos la fuerte contradicción entre Francisco I y el gobierno argentino; veremos después la condena a los gobiernos de Brasil, Uruguay, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua; veremos el auge de los escritores y periodistas prepago de la derecha, legitimados por el Sumo Pontífice, lanzando a la hoguera a quienes se inclinen por la política de justicia social.

Lo grave del asunto es esa gran mayoría católica de nuestra América que aún no distingue que las potencias viven y se desarrollan por el saqueo a los pueblos: antes depredaron al África, ahora vienen por América Latina.   

jueves, 14 de marzo de 2013

Química pura


Otro doctor, que tenía más títulos que una fábrica de lápidas, llegó al único restaurante que tenía Almaguer, Cauca, por esos tiempos de  mulas, caballos y bueyes, con su flamante cartón de ingeniero químico.

Entonces pidió algo novedoso:

-Tráigame un vaso de Hache dos O.

La dependiente se extrañó y le comunicó a la dueña la novedad. De inmediato ésta pasó al internado femenino y le preguntó a la directora, quien le aclaró que eso era simplemente agua.

La dueña, en persona, sirvió el agua en un vaso de cristal con un pitillo.

El doctor se extrañó y trató de corregirla:

-¿Y para qué me sirve el Hache dos O con un pitillo?

-Para que se lo meta por el Ce – U – eLe – O

domingo, 10 de marzo de 2013

Gema rural


Una vez la doctora Gema concluyó su periplo de abogada, secretaria de la gobernación y representante a una de las cámaras del poder legislativo, llegó a su tierra natal donde su señora madre todavía cocinaba con leña.

En una reunión improvisada en el parque, al frente de su casa materna, confluyeron amigos del directorio político, colegas del tribunal superior y algunos profesionales de la universidad, entonces salió la matrona a advertirle a Gema que había mucha candela en la hornilla para preparar el chocolate.

Gema, para quedar ante el selecto público como ciudadana de la capital, le ordenó:

-Mamá, ponga la estufa en bajo.

Pero la matrona la desnudó en su pretensión:

-Entonces, ¿cuántos tizones le quito?

viernes, 8 de marzo de 2013

Oportunidad en la dificultad


Para algo sirven los paros. Se planteó –por alguien que vio las oportunidades en medio de las dificultades– la iniciativa de crear una línea aérea regional del Cauca, con pequeños aviones y aeropuertos en lugares como López de Micay, Piamonte, Santa Rosa, Inzá, Patía, Argelia, Bolívar, Almaguer, Toribío y donde la técnica y la necesidad lo recomienden; utilizar los aeropuertos de Guapi y Timbiquí, actualmente en uso; línea aérea, de carga y pasajeros, cuyo principal accionista sea la Gobernación del Cauca, con todos sus municipios y la Nación.


¡Magnífica idea!

Podríamos integrar el departamento del Cauca con la Costa Pacífica, la Bota Caucana, el Oriente, el Sur y el Norte que están desconectados, dada la abrupta topografía y las enormes distancias. Recuperaríamos la bellísima isla Gorgona de la explotación privada y la podrían visitar todos los colombianos sin excepción a bajos precios. Este, antes que un proyecto de inversión sería un proyecto social y sus beneficios alcanzarían desde los económicos, por el jalonamiento del desarrollo regional, hasta los sociales indudables. ¡Ah! Se usaría extensivamente el aeropuerto de Popayán como centro principal, hoy casi inactivo.

Pero este sueño, en manos de nuestros actuales políticos, se volvería utópico, dada su ineptitud, pero en mentalidades jóvenes propensas al cambio, que estoy seguro las hay, se hará necesario y real. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Murió el presidente Hugo Chávez


Ayer a las 4 y 25 de la tarde, falleció el presidente de Venezuela Hugo Chávez quien afrontó un cáncer letal por varios meses.

Es una pérdida para los pueblos oprimidos del mundo. Chávez trazó esa línea de no retorno, de enfrentar las políticas imperiales que mantienen la pobreza y miseria de los pueblos como argumentos de competencia en un mundo donde las multinacionales se llevan las ganancias.

Su orientación seguirá vigente pese a los áulicos propagandistas de los nuevos y viejos capitalistas de todo cuño.  

Paro y liderazgo


El paro cafetero que empezó el 25 de febrero de 2013, y aún continúa, empieza a descubrir verdades políticas. Una de ellas es la ausencia de liderazgo de la llamada clase dirigente colombiana, que no es política sino oportunista, arribista y delincuencial.


Desde el año pasado los cafeteros del campo, los dirigentes populares –diferentes a la burocrática Federación Nacional de Cafeteros– clamaban porque los escuchara el gobierno sobre su angustiosa situación económica. Pero el gobierno de Santos, en complicidad con la Federación, antepuso su soberbia y arrogancia para negar ese diálogo. Hoy, cuando el paro completa 10 días y sus consecuencias son desastrosas, plantea el Ministro de Defensa –que más parece de Guerra– que el mejor camino para la solución de conflictos es el diálogo, según la política trazada por el presidente Santos. ¡Qué desfachatez! El ministro que mejor interpreta a los militares en su lenguaje de terror y violencia, es el mismo que ahora expone el diálogo como solución. ¡Hasta me da escalofrío!

Los llamados políticos, que aspiran a ser elegidos y reelegidos en las próximas elecciones, navegaron en un mutismo total, señal de que no tienen propuestas y, menos, ascendencia sobre amplios sectores de la población. Queda claro que son elegidos por minorías ignorantes o clientelas amarradas, mientras el grueso de los votantes, superior al 60%, se abstiene de ir a las urnas.

Este paro cafetero nos indica que entre los elegidos a las corporaciones públicas hay una clara ilegitimidad.