viernes, 25 de enero de 2013

Se perdió Ismaelina


En plena sesión de cuenta chistes, un atrevido imprudente contó uno de doña Ismaelina en el auditorio del Orfeón Obrero, delante de sus hijas y nietos.

Resulta que doña Ismaelina se murió de vejez y luego, por la pena, la siguió su marido. Éste llegó al cielo y preguntó por su mujer. El secretario de San Pedro revisó las actas de ingreso y no encontró a doña Ismaelina por ninguna parte.

El marido fue al purgatorio y allí también revisaron las actas y la razón fue contundente: No está.

Quedaba el infierno. Allí don Sata revisó y revisó y tampoco encontró ningún ingreso de doña Ismaelina. Ya triste su marido y piadoso don Satanás, le preguntó qué hacía ella en la tierra cuando estaba viva.

-Pues ella prestaba plata.

-¿A qué interés?- quiso aclarar el Demonio.

-Al 15 por ciento.

Entonces el Diablo, sabio, dedujo la razón por la cual no estaba en los listados:

-¡Ya sé! No está en ninguna parte porque, con esos intereses, esa vieja no tenía alma. 

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