miércoles, 16 de enero de 2013

Indio, duro de morir


A pesar de saber que “el que anda con indios es como andar solo”, Fidelina resolvió ir a Buenaventura de paseo con su marido, Mueses, más ordinario que pudín servido en escudilla.

En uno de los puentes había un concurso singular por el que pagaban al ganador un millón de pesos. La prueba consistía en clavar, desde el puente, en las aguas de la bahía y sostener la respiración. Quien aguantara más resuello ganaba.

Pues el indio Mueses se tiró al agua con un poco de negros; pasaron dos minutos y salían negros; dos minutos y medio y salían negros, y el indio, nada; pasaron tres minutos y salieron todos los negros; hasta que Fidelina, en la seguridad de que ya era viuda se retiró del puente y dijo:

-Al fin me libré de ese indio y me ahorré el entierro.

Acabó de decir esto cuando un atronador aplauso señaló que salía el indio Mueses a la superficie. Había ganado el concurso.

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