Del
episodio teatral Nunca se le debe decir
la verdad a una mujer, de la televisión pública colombiana, construimos el
siguiente capítulo:
La
esposa estrena falda ajustada al cuerpo y se presenta ante el marido para que haga el comentario de rigor:
-Mijo,
¿cómo me veo?
-Normal,
mija.
-¿Normal?
Mírame bien.
El
marido suspende la hojeada de una revista para insistir:
-Pues
yo te veo como todos los días.
-¡Mira
bien! ¿O es que estás ciego?
El
marido reacciona casi tardíamente; pero antes de que llegara el vendaval de adjetivos
calificativos, expresa, con histrionismo aprendido en cinco años de matrimonio:
-¡Preciosa,
mija! ¡Claro, te ves divina! ¡Como la mujer más linda del mundo!
-Ves,
que sí podías decir la verdad-, concluyó la señora satisfecha.
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