Está
comprobado, y estamos convencidos, de que las estadísticas sirven para
transformar mentiras a verdades, en la Administración Pública.
Pero
en este gobierno, de los anuncios y las denuncias, refuerzan las estadísticas con
las declaraciones de los ministros. Debe haber una lógica del gobernante que se
opone al simple raciocinio del ciudadano común: lo que el poder pregona como
cierto, es pura falsedad en sus gobernados y al revés.
Hace
unas semanas, la Ministra de Educación denunció un fraude en los colegios y no
tuvo ningún rubor en afirmar:
“Tenemos más de ciento cincuenta mil
niños fantasmas que han sido identificados”. Bueno, eso de
identificar niños fantasmas no es capaz de hacerlo ni la CÍA, ni siquiera el
mentalista que se acabó de presentar en el Teatro Municipal de Popayán.
El
flamante Ministro de Justicia declaró cual pontífice infalible:
“Aquí no hay prisioneros de guerra
porque aquí no hay guerra”. Si en Colombia no hay guerra, ese
enfrentamiento entre dos partes, que produce muertos todos los días, es un
delirio que nos hemos inventado, que nos mantiene pegados del televisor como en
una película de terror. Parece que no es real. El Ministro de Justicia
contradice al de Defensa quien todos los días da partes de guerra contra el
narcotráfico, contra la delincuencia, contra el terrorismo. Si se hablaran los
dos ministros y convenciera el primero al segundo de que aquí no hay guerra,
posiblemente tendríamos paz.
Pero
lo más insólito lo acaba de protagonizar el inefable recién nombrado Ministro
de Vivienda. Descubrió que hay pobres entre los pobres, pero resultaron
poquitos, tanto, que hasta les van a dar casas gratis en cantidad de cien mil.
Claro que las expectativas en votos llegan a siete millones de miserables, que
sumados a los cinco millones de Familias en Acción, ya está listo el caudal
electoral para reelegir al señor Santos o, en su defecto, elegir al señor
Vargas Lleras. La pobreza y la miseria sirven para acumular votos entre
delfines. Si fuera un gobierno de izquierda, los medios masivos de prensa
estarían despotricando que esto es populismo barato, pero como es un gobierno
de derecha, dicen que son acciones de Estado.
Finalicemos
con un episodio amable.
El
Ministro de Trabajo aseguró que el
empleo virtual bajará los índices de desocupación del país. Ahora resulta
que no hay desempleo, sino desocupación. Con este sofisma bajará el desempleo a
un dígito: un desempleado por treinta millones de ocupados, incluidos los que
buscan empleo, a partir de hoy, por Internet.
¡Las
maniobras del buen gobierno!
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