En
cierta ocasión Juancho De Latorre pasó por un almacén de cadena para
aprovisionarse del licor que animara su cumpleaños. Estaba en promoción y
degustación el brandy Cinco Estrellas y la dama que lo atendía le propuso
tomarse una copa. Juancho le propuso algo más atrevido:
-Si
usted me da dos botellas, le improviso un epigrama alusivo al brandy.
Aceptó
la dama y arrancó Juancho:
Para no causarle enojos
quiero brandy siete estrellas:
Cinco que están en las botellas
y dos que adornan sus ojos.
Esa
vez, el brandy ganó un cuarteto para su publicidad y Juancho no gastó en su
propio agasajo.
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