Ahora que se está discutiendo el plan de desarrollo
municipal de Popayán, ahora que el país está adquiriendo conciencia de proteger
a los animales, vuelvo mis ojos a esta ciudad, alguna vez culta, alguna vez
universitaria.
Estoy de acuerdo en que se eliminen definitivamente
las corridas de toros; esta es una herencia que nos dejaron los españoles y que
ha propiciado nuestra fama de salvajes. Quienes gustan de estos espectáculos
son gente adinerada que bien puede ir a verlos a España, el último país del
tercer mundo que aún queda en Europa.
En Popayán existe una bella plaza de toros de
propiedad del municipio, que está amarrada por un contrato de concesión a la
Corporación Plaza de Toros de Cali, lo cual no impide que vuelva a ser
administrada por nuestra alcaldía. “Las cosas se deshacen como se hacen”, dicen
los abogados.
Ahora bien, si este escenario lo recupera nuestra
ciudad, tendríamos un lugar para actividades artísticas y deportivas que tanta
falta nos hace. La alcaldía ganaría por partida doble: Además de tener ingresos
permanentes por su utilización, daría recreación y cultura a un pueblo que lo
necesita. Sólo se requiere que nuestro Alcalde haga uso de su habilidad
empresarial que, unida a un pensamiento con grandeza, propicie unas inversiones
en ese sitio, tales como remodelación total para espectáculos, adecuación para
parqueaderos, zonas verdes, ventas estacionarias y, con las técnicas modernas,
un techo corredizo que permita el uso del coliseo en invierno y en verano; instalar
en la arena una pasarela removible, en cruz, para el desplazamiento de
artistas, como se hace en México. Es decir, adecuarlo como un escenario
versátil donde podamos disfrutar de orquestas sinfónicas, ballet, artistas
populares, campeonatos de volibol y basquetbol, y hasta desfiles de modas. La
inversión económica que se haga, se recuperaría en pocos años; con inversión
social como valor agregado.
La actual plaza de toros, además de su bella
arquitectura, tiene la mejor acústica para eventos musicales y es digna de
recuperarse.
Sería un exquisito regalo del Alcalde para Popayán,
mucho mejor que cualquier centro comercial atiborrado de cultura gringa.
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