jueves, 16 de febrero de 2012

La planeación, instrumento del desarrollo


El Japón debe su impresionante desarrollo a la planeación. El Japón tiene como práctica de gobierno planificar minuciosamente sus obras públicas y después ejecutarlas sin demora. El Japón toma un tiempo mayor en la planificación, pero un tiempo increíblemente corto en su ejecución.

En nuestro medio, departamental y municipal, hemos escuchado voces de personas autorizadas que nuestros gobernantes no han hecho nada, que no se ha visto el cambio. Creemos que es muy temprano para emitir juicios; aún no cruzamos los dos meses de gobierno y ya queremos resultados. Esto es injusto y apresurado.

Es normal que por los antecedentes gubernamentales de acciones paquidérmicas, caigamos en la desesperación política y queramos ver resueltos los problemas que heredamos del alcalde y gobernador, anteriores. Démosle el beneficio de la planeación al alcalde de Popayán y el beneficio de las buenas intenciones al gobernador del Cauca.

Sabemos que se están concertando temas y propósitos de desarrollo –esperamos que se haga con las personas idóneas–, de donde se desprenderá un Plan de Desarrollo para Popayán, que, también esperamos, se centre en la planificación de la ciudad como corresponde a una urbe que crece, ahora desordenadamente, como consecuencia del desplazamiento.

Ojalá nos asista la razón para pensar que esta pausa obligada para priorizar unas obras, un camino definido, sea una acción política valiosa. Que en el futuro veamos una sociedad pujante, como consecuencia de la ejecución ordenada de las obras que cambiarán nuestro destino. Que Popayán sea modelo de planeación y ejecución de políticas de desarrollo y que ese modelo se transforme en bienestar para quienes vivimos y trabajamos en ella.

Podríamos asegurar que está bien invertido el tiempo en planear, aunque haya voces que quieren celeridad de sus gobernantes. La buena planeación evita los errores de diseño, minimiza los traumatismos por imprevistos y los sobrecostos.
Esto lo saben los japoneses –y ahora los chinos–, por eso nos llevan una impresionante delantera en el progreso de sus países.


También esperamos que no se llegue a los extremos; como sucedió con las administraciones anteriores, que después de dos años de inactividad, se dieron cuenta de que todo estaba por hacerse.

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