El
Japón debe su impresionante desarrollo a la planeación. El Japón tiene como
práctica de gobierno planificar minuciosamente sus obras públicas y después
ejecutarlas sin demora. El Japón toma un tiempo mayor en la planificación, pero
un tiempo increíblemente corto en su ejecución.
En
nuestro medio, departamental y municipal, hemos escuchado voces de personas
autorizadas que nuestros gobernantes no han hecho nada, que no se ha visto el
cambio. Creemos que es muy temprano para emitir juicios; aún no cruzamos los
dos meses de gobierno y ya queremos resultados. Esto es injusto y apresurado.
Es
normal que por los antecedentes gubernamentales de acciones paquidérmicas,
caigamos en la desesperación política y queramos ver resueltos los problemas
que heredamos del alcalde y gobernador, anteriores. Démosle el beneficio de la
planeación al alcalde de Popayán y el beneficio de las buenas intenciones al
gobernador del Cauca.
Sabemos
que se están concertando temas y propósitos de desarrollo –esperamos que se
haga con las personas idóneas–, de donde se desprenderá un Plan de Desarrollo
para Popayán, que, también esperamos, se centre en la planificación de la
ciudad como corresponde a una urbe que crece, ahora desordenadamente, como
consecuencia del desplazamiento.
Ojalá
nos asista la razón para pensar que esta pausa obligada para priorizar unas
obras, un camino definido, sea una acción política valiosa. Que en el futuro
veamos una sociedad pujante, como consecuencia de la ejecución ordenada de las
obras que cambiarán nuestro destino. Que Popayán sea modelo de planeación y
ejecución de políticas de desarrollo y que ese modelo se transforme en
bienestar para quienes vivimos y trabajamos en ella.
Podríamos
asegurar que está bien invertido el tiempo en planear, aunque haya voces que
quieren celeridad de sus gobernantes. La buena planeación evita los errores de
diseño, minimiza los traumatismos por imprevistos y los sobrecostos.
Esto
lo saben los japoneses –y ahora los chinos–, por eso nos llevan una
impresionante delantera en el progreso de sus países.
También esperamos que no se llegue a los extremos; como sucedió con las administraciones anteriores, que después de dos años de inactividad, se dieron cuenta de que todo estaba por hacerse.
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