Era
costumbre, para los vecinos del barrio José María Obando en los años 1970-1980,
escuchar por la mañana, bien madrugados, a un vendedor de pan de maíz con su
grito de venta:
-¡Pandelecheee!
¡Pandelecheee!
Pasó
el vendedor, en su bicicleta, por encima de un hueco que lo obligó a
desestabilizarse y casi caer, lo que hizo cambiar su grito, y a los vecinos extrañarse
y comprar:
-¡Ay!
¡Jueputa pandelecheee!
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