No falta el honorable venido a menos que le saca brillo a su abolengo para igualarse con otros nobles de nuevo cuño. Sucedió en los impávidos años sesenta cuando fungía como presidente de Colombia Guillermo León Valencia.
Un viejo de prosapia –según él– increpó al mandatario resaltando su origen de muy superior antecedente que Guillermo León.
-Usted, seguro, desciende de los Valencias criollos y yo en cambio desciendo de los condes de Madrid. No entiendo por qué usted tiene que destacarse más cuando mi descendencia es notable.
Guillermo León aclaró el asunto con una frase aguda:
-Mi estimado amigo, lo que sucede es que usted descendió demasiado.
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