En una reunión social estudiantil a algunos muchachos les dio por tomar licor llevados en andas de la curiosidad. La más pequeña del grupo se excedió y comenzó a mostrar torpezas hilarantes que era la delicia de los concurrentes. Le fallaban la voz y las piernas, hacía muecas y gesticulaba como un arlequín; pero llegó el primo sobrio de la familia y al verla en ese estado, soltó una recriminación:
-¡Mariela! ¡Te veo borracha!
La niña intentó corregir:
-El que está borracho eres tú, porque te veo borroso.
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