Dos parroquianos, de diferente parroquia, uno del barrio Las Américas y el otro del barrio La Pamba; ambos consuetudinarios practicantes de la ironía se encontraron en la esquina del Café Alcázar –antes de que el terremoto de 1983 lo convirtiera en lejano recuerdo– y se dedicaron a estrenar chismes. Uno de ellos hizo una pausa para arreglarle el botón de la camisa –sostenido por el ojal equivocado– de su oponente. Después de la acción, reaccionó el afectado:
-¿Pero sí te lavaste las manos?
Y respondió el acomedido:
-No, pero te aseguro que me las lavaré.
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