Bajo el brazo, el Genio Castrillón, siempre cargaba la
prensa del día.
En cierta ocasión se encontró con un familiar a quien no veía
hacía unos largos meses, entonces, para atenuar la pena de no determinarlo en
mucho tiempo, con gracia, sacó su periódico y pampeó el hombro del primo,
diciendo:
-Me gusta saludarte periódicamente.
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