Como sabemos, los anticuarios andan siempre a la caza de objetos antiguos y valiosos. Uno de estos personajes, casualmente encontró una pieza muy valiosa, de la edad media, en casa de un granjero que tenía destinada, como plato, para darle de comer al gato. El anticuario le ofreció comprar al gato por una suma respetable y de inmediato el granjero aceptó. Fue entonces cuando el comprador dijo, casi sin interés:
-Me llevaré además el platico por lo que veo que el gato come por costumbre en él.
El granjero, espontáneamente molesto, le advirtió:
-¡Alto ahí! Deje el plato quieto, es bendito, es el que me ha hecho vender muchos gatos.
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