En una reciente alocución, antes del clímax del paro
agrario, el presidente Santos de Colombia, dijo: la paciencia del gobierno
tiene su límite.
Después corroboramos lo que ya sabíamos: cuando se
llega a ese límite viene la represión violenta, con escuadrones policiales,
militares y fuerzas secretas, contra una población inerme y desesperada, que
protesta.
Esta situación fue explicita en un grafiti de una
pared de Popayán:
Con
esta democracia, pa´qué dictadura.
Eso quiere decir que cuando a un gobierno se le agotan
los argumentos civilizados, acude a los actos de fuerza, enmarcados en el
principio de autoridad. Principio conservador.
Este gobierno tiene bien clara su política de
desarrollo: Incentivar a los potentados, nacionales y foráneos, para que
ejecuten planes de desarrollo empresarial que no coinciden con el desarrollo
social. En palabras coloquiales quiero decir que, según el gobierno, si los
ricos se sientan cómodos a la mesa a comer, los sobrados que caen y recoge el
pueblo son un poquito más grandes gracias a esta bondadosa política. El
progreso, así planteado, va para las empresas multinacionales, sacrificando el
bienestar del grueso de la población. Con un agravante más, los indicadores
económicos inflan las cifras del país con la falacia de un crecimiento
económico que, en la realidad, es de las empresas que nos saquean. Así pasó con
el sector agropecuario cuya suerte está plasmada en otro grafiti:
Ya no vivimos del agro, vivimos de milagro.
Los políticos tienen la fea costumbre de ignorar la
Historia y otra peor: creerse inmunes desde el poder. Pues uno de los
antecedentes más determinantes para llegar a la Revolución Francesa, fue el
tratado de libre comercio, suscrito entre Francia e Inglaterra que llevó a la
ruina a los campesinos franceses y los obligó a aliarse con la naciente
burguesía.
En esos tiempos, antes de 1789, era impensable o
imposible derrocar al absolutismo; el rey era intocable. Después de ese año,
comenzaron a cortarles las cabezas, tanto al rey como a sus súbditos cortesanos. Y así
hemos seguido, pasando por el destrone de los zares de Rusia, un poder pétreo
asentado en un aparato militar tenebroso; hasta el derrocamiento, en tiempo
presente, del presidente egipcio después de treinta años de poder absoluto.
Mientras confrontamos la Historia con el presente,
conviene reírnos un poco atendiendo hechos protagonizados por políticos de la
región bien pintados en este grafiti:
Maduro
multiplicó los penes, Uribe multiplicó los paras y Santos multiplicó los paros.
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