En los tiempos que se estilaba la existencia de
inspectores de policía en los corregimientos de Colombia, sucedió que
Floresmilo, dada su afición a las bebidas espirituosas, ejercía el cargo
permanentemente borracho.
El alcalde de Almaguer, Cauca, ante la imposibilidad
de destituirlo, se dio a la tarea de aburrirlo para que voluntariamente
renunciara. Comenzó con un telegrama:
POR RESOLUCIÓN NUMERO TAL EL ALCALDE ORDENA SU
TRASLADO PARA GUACHICONO PUNTO SÍRVASE TOMAR POSESIÓN PUNTO
Arrancó Floresmilo para Guachicono. Cuando llegó allí se
encontró con otro telegrama similar que ordenaba su traslado para Caquiona. Una
vez en Caquiona el telegrafista le entregó el telegrama que lo trasladaba para
EL Tablón.
Iba camino, en mula, para El Tablón, cuando el
telegrafista de Almaguer, amigo de farras, le invitó a un trago. En principio
Floresmilo se negó, pero pudo más el placer atrasado y acordó con Primo Rúrico,
quien invitaba, antes de sentarse a libar, poner un telegrama al alcalde que
decía:
¿ME DESMONTO O SIGO?
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