viernes, 19 de abril de 2013

Cultas flatulencias


Asistía un destacado escritor a una asamblea de burócratas de la cultura y tomó asiento junto a una dama encopetada y arrogante.

Por esos descuidos espontáneos del cuerpo humano, el escritor soltó un pedo silencioso y oloroso. Cuando el aroma acarició las delicadas fosas nasales de la señora, ésta volteó hacia el vecino con agresiva expresión inquisidora. 

Entonces, sonriente, el escritor justificó el pequeño desastre diciendo:

-Despreocúpese, mi señora, diré que fui yo.

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