miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un poco de humor


Llegaron y se fueron los juegos nacionales.

También llegaron turistas que no preguntaban por la Semana Santa pero sí por un lugar donde todas las mujeres fueran muy buenas. Cuando les indicábamos que los conventos de monjas ahora se habían transformado en colegios, nos miraban como si fuéramos extraterrestres.

También aparecieron unos santandereanos que nos pedían que los lleváramos a Pipián. Cuando les dijimos que ese lugar no existía, nos decían que, entonces, dónde podían comer las tales empanadas de pipián. Nos tocó que tratarlos como a niños de pañal y hacerles ver la diferencia entre una salsa de papa colorada hecha con cebolla, achiote, pimienta, maní y cominos, que llamamos pipián, embutida en una masa de maíz pilado, puesta a freír, y un lugar para degustarla, que aquí se llama restaurante.

En todo el mundo los visitantes corren el riesgo de hacer el oso por el desconocimiento del lugar y de sus gentes. No los juzgamos, pero sí sonreímos, como cuando el gringo aquel preguntó,

-¿por qué aquí a todos decirles patojos?

Cuando le dijimos que a todos no, sólo a los que nos gustan las patojas. Inocente aclaró:

-¡Ah, entonces, yo también ser patojo!

El que sí andaba feliz con la arquitectura de la ciudad y la simpatía de sus gentes, era el canadiense que estaba acompañado de dos vagos recién echados de la gobernación, que fungían como guías turísticos. Al canadiense, con su escaso español, le habían enseñado, los vagos, un piropo para conquistar señoritas que repetía bien clarito cuando aparecía una bella dama: pégame una acariciadita. Las féminas pasaban del deslumbramiento inicial al rechazo total en fracción de segundo y el cuasi gringo se quejaba por su mala pronunciación.  

Se acabaron los juegos y nos quedaron enseñanzas que debemos asimilar.

Por ejemplo, los taxistas no deben ponerse a hablar mal del alcalde cuando al pasajero que llevan puede ser el secretario privado de la alcaldía. Las matronas no deben extrañarse por la cantidad abrumadora de primas de los deportistas, ellos tienen derecho a tener familia hasta por los lados del parque Mosquera. En la recepción hotelera, no santiguarse si aparece el ganador de la medalla de oro acompañado de buena plata y buena masajista, camino a la habitación. 

Todo va ligado al éxito.

Sucedió con los juegos nacionales, como todavía ocurre en los buenos matrimonios: es mejor no preguntar para que no le digan la verdad.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Proceso de Paz


Iníciase de la Paz nuevo proceso,
comienzan las reuniones y las cábalas.
Tira y afloje con políticas de exceso
ambas arrinconadas por balas:

la una de capitalismo desbocado,
la otra de socialismo democrático;
la que favorece al rico Estado,
y la que clama Pueblo raquítico.

No auguro final feliz con Juan Manuel,
quien tiene amplios méritos de embustero,
comprometido con su clase, y conejero,
que quiere de Colombia un gran cuartel.

Si trocara en estadista su vana gloria,
algo harto difícil, este Juan lanas
ocuparía lugar en nuestra Historia
como pingüe solución a nuestras penas.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Justicia, qué injusticia

El 1 de noviembre de 2012, por RCN radio, entre las 8 y las 8 y media de la mañana, entrevistaron al señor Alfonso Gómez Méndez y la pregunta que formuló un periodista me hizo erizar por lo carente de raciocinio.

El periodista preguntó:

-¿Usted no cree que a nuestra justicia, considerada la más ineficiente y lenta del mundo, no se justifica hacer un aumento de sueldo a sus funcionarios?

El señor Gómez Méndez se salió por la tangente y no respondió la pregunta. Él antes había sido Procurador y Fiscal General de la Nación, por tanto lo tocaba en su ineficiencia y lentitud, a pesar de recibir un sueldo de seis cifras; de ahí su evasiva.

Algunas consideraciones de nuestra cosecha:

-El periodista planteó un círculo vicioso favorable al gobierno: si los sueldos son bajos, los funcionarios laboran desmotivados y harán el trabajo lento e ineficiente. A su vez, si el trabajo es lento e ineficiente no se justifica aumentar los salarios porque se paga la calidad del trabajo. El paro judicial apunta a romper ese círculo.

-El paro en la Justicia se orienta hacia la nivelación salarial que observe con rigor la escala de méritos y dignidades con el sueldo percibido, para evitar grandes diferencias que se traducen en acumulación de responsabilidades en un sector de la escala, en sacrificio de otro.

-El gobierno nacional y la rama judicial se quedaron atrás en la modernización de los procedimientos. Esto se traduce en burocracia inútil y pasos que se pueden eliminar sin caer en el detrimento judicial. Para el gobierno invertir en la Justicia no es prioridad. Lo está demostrando.

La justicia, en Colombia, es un claro ejemplo de que a mayor complejidad en los procedimientos, mayor corrupción se desarrolla. Sucede igual en la Administración pública y en todas las administraciones. Si tuviéramos unos procedimientos sencillos y al alcance del ciudadano común, los corruptos no podrían esconderse y quedarían expuestos al escrutinio público. La tutela, a manera de ejemplo, es un procedimiento sencillo que el ciudadano común ya adoptó para la defensa de sus derechos fundamentales.

Por eso la quieren acabar los corruptos.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Entre bustos…


Después de casi diez años de finalizada la segunda guerra mundial, el gobierno inglés hizo levantar un busto en honor a Winston Churchill. Ya en la ceremonia de apertura del monumento, se acercó una bella dama que, confidencialmente, le dijo a Winston:

-Le confieso que he recorrido muchos kilómetros para asistir al descubrimiento de su busto.

A lo cual repuso Churchill:

-Señorita, le aseguro que yo soy capaz de recorrer medio mundo con tal de ver descubierto el suyo. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

La educación prohibida


Con el riesgo de sacrificar la modestia, comienzo con una anécdota personal para referirme al tema de hoy.

En un breve intercambio de ideas con el laureado poeta Felipe García Quintero, se me ocurrió decir que yo no era un escritor de academia. Su respuesta, a esta afirmación, corroboró lo que ya presumía:

-Mejor, –dijo Felipe– muchas veces la academia anula la capacidad de crear.

En la educación colombiana, enmarcada en códigos y normas, sucede igual, pero mucho más grave, porque anula a los niños.

Es verdad sabida que un niño desde que empieza a vivir, hace uso intensivo de sus sentidos para conocer su entorno y al mismo tiempo comienza su desarrollo cerebral. Basta con dejarle actuar en plena libertad que él aprenderá, con fundamento, la composición del mundo en que vive. Los padres y quienes lo rodean, lo cuidan mejor que cualquier profesional graduado y además le dan cariño espontáneamente. Con estos elementos humanos, un niño será un verdadero genio que en su juventud ya podrá ejercer sus facultades para aprender lo que quiera.

Sin embargo, nuestra educación, orientada desde el comienzo por principios religiosos, anula el pensamiento, cercena la capacidad de pensar, elimina la iniciativa y castra las facultades artísticas.

Es lo que se llama una educación prohibitiva; todo es prohibido. Al niño siempre se le dice no haga esto o aquello; no moleste, no grite, no cante, no hable. En la escuela al niño se lo constriñe cuando no se lo castiga; lo despojan de su personalidad, lo vuelven un modelo ejemplar porque no pregunta, no cuestiona, no exige, todo lo acepta, tal como nuestro gobierno quiere que sean sus ciudadanos.

La madre de Estanislao Zuleta –el gran filósofo colombiano–, le preguntó, cuando tenía diez años, por qué no quería seguir en la escuela y le respondió:

-Es que en la escuela no me dejan aprender. Repiten y repiten lo mismo.

La señora le otorgó la razón y lo retiró. Estanislao Zuleta nunca se graduó pero fue un filósofo que aprendió por sí mismo; un autodidacta; sabía más que los filósofos con posgrado en Europa y Estados Unidos y llenaba audiencias con sus disertaciones en las Universidades del Valle y Antioquia. Y algo muy importante: desde niño supo lo que quería ser.

Finalicemos este comentario con una apreciación, graciosa y profunda, de nuestro Nobel.

Gabriel García Márquez dijo alguna vez que al niño colombiano sí le gustaba ir a la escuela…, pero al recreo.

Donde mejor se aprende.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Cortesía familiar


Bajo el brazo, el Genio Castrillón, siempre cargaba la prensa del día. 

En cierta ocasión se encontró con un familiar a quien no veía hacía unos largos meses, entonces, para atenuar la pena de no determinarlo en mucho tiempo, con gracia, sacó su periódico y pampeó el hombro del primo, diciendo:

-Me gusta saludarte periódicamente.