Ahora resulta que se va a aplicar la mendicidad para resolver un problema de pensiones, en Colombia.
El señor ministro del trabajo expuso, con gran pompa ante los medios de comunicación, que una de las bondades de la reforma pensional de este gobierno, de todos los Santos, era el 20% que regalaría a aquellos indigentes que ahorren lo que puedan, hasta la vejez.
Pongamos las cosas en su justa dimensión:
Los 17 millones de pobres que carga nuestro país –según el Dane, Departamento Administrativo Nacional de Estadística–, escasamente se rebuscan y encuentran un famélico recurso para comer; entonces, ¿cuándo van a ahorrar?
Nunca, es la palabra adecuada.
Esos mismos pobres por su condición de pésima alimentación, vivienda insalubre o nula y situación higiénica lamentable, se morirán antes de alcanzar la edad de jubilación, que el gobierno estableció en 55 años para las mujeres y 60 para los varones. ¿Entonces, a quienes va a pensionar, con esa limosna, el gobierno?
A nadie, dice Perogrullo.
Sin embargo nos meten el cuento de que cuando lleguen a viejos –si es que llegan–, van a tener ese bondadoso 20% que regala el gobierno; pero si el pobre no ha ahorrado, es cero pollito; nada.
Este país debe alcanzar su mayoría de edad y debemos transformarlo en Nación; donde se tenga la seguridad de que ser ciudadano sea un orgullo; donde nuestro trabajo se valore e irrigue a toda la sociedad; donde la salud y la educación sean derechos y no negocios; donde todos los ciudadanos, sin excepción, sean protegidos por el Estado en su vejez. Es decir, una Nación que reconozca una pensión de jubilación a todos los habitantes por el sólo hecho de ser ciudadanos. Sería una mínima retribución a los ancianos que entregaron toda una vida de trabajo, sacrificio y contribución a la grandeza de su Nación.
Es la oportunidad –ahora que se habla de paz– de convertirnos en Nación y tirar al cesto de la basura esas proposiciones Neoliberales que utilizan las limosnas ajenas dizque para mejorar las condiciones sociales de los colombianos.
De seguir como vamos, con absoluta seguridad, esta política de pantalla, que plantea resolver un grave problema social de los ciudadanos, nunca les permitirá salir de pobres a los pobres; con absoluta seguridad, seguirán siendo mendigos que votan por sus verdugos; con absoluta seguridad, se morirán sin llegar a viejos; con absoluta seguridad, quienes tiran las limosnas al corral de los pobres, seguirán usufructuando el poder.
Depende de los ciudadanos seguir así, o cambiar.
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