Los animales son nuestros compañeros de viaje en esta vida. Son aliados y fieles amigos sin esperar retribución a cambio. Sin embargo, el hombre los trata mal y muchas veces con crueldad. En casi todas, por no decir todas, las academias militares utilizan animales para enseñar a matar y eliminar la compasión del futuro cadete. Todavía vemos películas inglesas y norteamericanas donde los señores de la realeza y sus herederos organizaban sesiones de caza; los ingleses para perseguir a las liebres y los norteamericanos para extinguir a los venados. Esta práctica la elevaron a fiesta nacional. En nuestra cultura hispana también hay cacería de patos, práctica que incursionó en Paletará de la mano, o mejor, de la escopeta del presidente Guillermo León Valencia, cuando era un páramo donde se veían animales silvestres; hoy los patos están pegados a las fotografías de los tiempos idos.
Todos los animales son bellos; todos los animales son útiles, así no nos demos cuenta por ignorancia. Ningún animal es agresivo en contra del ser humano, salvo que éste le haya amaestrado para serlo o aquel presienta un ataque; el animal, por ese instinto de supervivencia que tiene desarrollado, actúa con las defensas que la naturaleza le ha otorgado, algunas veces letales. Hasta la serpiente más mortal se aleja de las pisadas del hombre o de un animal mayor; sin embargo se enrosca y muerde a quien la persiga o se atreva a internarse en su nido. El hombre es el único ser que ataca para matar, sin motivo y a traición y se enoja que otra especie se defienda. El hombre es el único ser que goza con el sufrimiento de un animal: ahí están las corridas de toros, que deberían abolirse por entrañar la muerte con tortura de un ser noble; las peleas de gallos, que igual deberían prohibirlas por ser prácticas despreciables que estimulan la violencia y la convierten en intercambio de dinero.
El hombre escaló un amplio espectro de su civilización con la ayuda del caballo, pero hoy, este soberbio animal debe descansar y no andar arrastrando cargas superiores a sus fuerzas.
Qué sería de nuestro diario discurrir si no hubiera aves cantoras, pajaritos silbadores, golondrinas, águilas y gallinazos, libres en el aire y en los árboles; seguro no habría poetas que es como decir, no habría vida. Estoy por teorizar que los potenciales suicidas ya no escuchan el sonido de las aves, ni el viento que se agita, ni el golpe de las olas del mar, ni el ladrido de un perro, y por eso caen en una profunda depresión. Sus oídos están llenos de silencio, que es ausencia de vida, y carecen de sonidos, que es ausencia de muerte.
Proteger a los animales es un imperativo de vida (la nuestra), ellos también tienen derecho a disfrutar su propia naturaleza, nos acompañan y hacen placentera nuestra efímera travesía.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo, la naturaleza es mas sabia que el hombre.Cada ser vivo tiene su misión en la tierra. Alguna vez lei una frase que no se me olvidó y es definitoria de la crueldad del hombre. "Cuando un cazador mata un tigre es deporte, pero cuando el tigre ataca al cazador es ferocidad."
Gracias por leer.
Reconforta saber que hay, cada día, más personas que pueden cambiar al mundo de los inhumanos.
Sólo falta la rebeldía que les sobra a los norteafricanos.
Publicar un comentario